... disculpe. Voy a necesitar abrir la puerta del servicio ya que la almohada no pasa por la bandeja giratoria.
Me causó agrado saber que por esto de la rueda del auto, iba a conocer a uno de esos personajes anónimos de los telos, que entregan las llaves de la habitación o cobran a la salida extendiendo una bandejita tras un vidrio polarizado. Me cubrí con un toallón y sentada en el borde de la cama le dije que pasara.
-Placer de conocerla señora, me llamo Gustavo -Tendió su mano, sujetando dos almohadas bajo el brazo.
Mi extrema atracción hacia los hombres me posibilita tener una evaluación de un individuo con un flash visual, en segundos. Era un hombre alto bastante apuesto, con cuerpo bien cuidado, barba corta y prolija, pelo oscuro y ojos castaños claros. Me puse de pie sujetando el toallón que me cubría y le di un beso en la mejilla, lo cual es mi forma habitual de saludar.
-Mucho gusto y muchas gracias Gustavo, yo soy Hilda. -Como era más joven que yo, de unos 40, consideré apropiado tutearlo. Le comenté el inconveniente del gomero y el viaje de mi esposo al centro.- Si no tienes problema Gustavo, tendré que quedarme más de una hora, esperando a mi esposo.
-Al contrario Hilda. Es un placer poder ayudarlos.
En ese momento la película en la tele estaba en un momento extremo. La chica emitía fuertes quejidos de placer ya que le estaban haciendo una doble penetración mientras se tragaba el tercer pene hasta los testículos.
-Veo que te gustan las porno -me ...
... dijo Gustavo, mirando discretamente de reojo la gran poronga de silicona negra que estaba en la cama.
Yo también a veces me pongo a ver alguna película para matar el aburrimiento. Por desgracia el aire acondicionado de la oficina no funciona, así que estoy muerto de calor.
Gustavo se mostraba muy amable y simpático, por cierto me agradaba mucho.
-Yo no tengo inconveniente en que te vengas aquí un rato si deseas ver tele. El aire está bastante fresco, puedes traerte algo para beber y matamos el aburrimiento juntos, charlando un poco.
-Ah que buena idea, eres muy amable Hilda. Voy a dejar a una de las chicas del servicio a cargo.
Cuando salió al pasillo interno, me quedé pensando que mi esposo ya debía estar llegando al centro, luego tendría que buscar una gomería donde reparar la rueda y regresar. Gustavo tardó como 10 minutos y apareció con dos tragos de vodka con hielo. Yo me había puesto la camisa de mi esposo y estaba recostada en la cama con mis piernas al descubierto, él se sentó en el borde.
-Chin chin -Le dije acercando mi vaso para golpearlo con el suyo.- Me agradas porque eres muy amable y respetuoso. No creo que te aproveches de este momento al estar en esta habitación tan acogedora con una dama que te brinda su confianza sin conocerte. Te invité porque considero que sos una persona confiable que sabe respetar los límites que tiene toda mujer. Además te quiero advertir que el hombre con el que vine aquí es mi esposo y no quisiera verme envuelta en ...