1. No fue un encuentro normal


    Fecha: 29/09/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... con delicadeza, chupando sus pezones que ya para ese momento estaban duros y erectos.
    
    El, a su vez, se despojó de su chaqueta, su camisa y camiseta interior, dejando su torso desnudo. Y así, favoreciendo el contacto mutuo de sus pieles, se besaron y acariciaron. El atendía son pasión los pechos de ella, y ella, a su vez, se colgaba del cuello de aquel mientras lo besaba y acariciaba su pecho y sus hombros. Esos besos, sin embargo, no eran como otras veces. Aquí había algo más de entrega al momento por parte de mi esposa y él, con paciencia, no apresuraba las acciones. Esos besos, más que de pasión, eran de agradecimiento, de consideración, de total sumisión al momento.
    
    Después él, ya sintiendo sus respiraciones agitadas, le quitó la falda y la despojó de sus bragas y sus medias, permitiéndole que se calzara nuevamente sus zapatos para quedar, estando de pie, casi a la misma altura que él. Y él, iba alternando el retiro de sus ropas. Una prenda de ella por una de él, de modo que al quedar ella desnuda, él también lo estaba. La diferencia era que la excitación de ella se percibía por el movimiento insinuante de su cuerpo, ofreciéndosele a aquel, mientras que en él era evidente porque su pene estaba duro, erecto y curvado hacia arriba, palpitando a la espera de penetrar a la dama.
    
    En esos preliminares, ambos de pie, desnudos uno frente al otro, besándose y acariciándose, mi esposa tomó en sus manos el pene de aquel para acariciarlo, de arriba abajo, con delicadeza. Al ...
    ... hombre, aquella caricia parecía gustarle y excitarle, porque, cuando ella le soltaba, él volvía a ubicarle las manos sobre su pene. Mientras tanto, la inquieta lengua de aquel jugueteaba en la boca de mi mujer, quien para nada le rechazaba.
    
    De un momento a otro, y quizá ya cansados en esa posición, aunque muy conveniente para mí, que, en silencio, les observaba, él la empuja para que ella caiga de espaldas sobre la gran cama y se acomodé. Ella así lo hace y, abriendo sus piernas, lo invita con una seña para que se aproxime. El así lo hace, sube a la cama, se acomoda en medio de sus piernas y se acuesta sobre su cuerpo para besarla nuevamente. Se acarician, una vez más, por todas partes, pero este no la penetra aún.
    
    Poco a poco, el hombre deja de atender la boca de mi mujer y, poco a poco, se va deslizando hacia abajo, besando primero sus pechos, y más tarde su vientre para llegar, por último, a su sexo. Ella levanta sus caderas, apoyándose en sus piernas, para qué él pueda tener más fácil acceso a su vagina y allí, con mucha devoción, empieza a lamer su clítoris. La ansiedad por ese momento debió ser mucha porque, cuando este hombre puso su lengua allí, ella exclamó un suave pero audible, ayyy, ¡qué rico! De modo que su hombre, estimulado por esa expresión de placer, se dedicó a recorrer con su lengua todos los rincones de la vagina de mi mujer, quien, cada vez gemía más y más.
    
    Y, lengua y caricias de las manos de aquel en sus pechos y muslos, pronto la excitaron al ...
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