... a Carol.
—¡Así es mariquita, chúpasela bien! —oí que Carol me animaba.
Gire la cabeza, con la polla de Juan aun en la boca, para ver como Carol se acercaba a mí, Marcos iba detrás de ella con la polla en ristre. Me echó un poco para atrás y me besó en la boca, podía notar el sabor a polla en su boca, como ella notaría el sabor de polla en la mía. Juan se levantó y ahora estábamos mi mejor amiga, Carol, y yo de rodillas en el suelo con dos hombres de pie a nuestro lado con las pollas apuntando directas a nuestras caras. Carol saco la lengua y cerró los ojos, y yo seguí su ejemplo; en seguida note el primer pollazo caliente en la cara, luego vino un segundo y luego un tercero. No sabía ni cuál de las dos pollas me estaba golpeando en la cara pero me encantaba la sensación, intentaba desesperadamente dar un lametón a aquellos rabos, pero ellos solo los usaban para darnos golpes por la cara, si teníamos suerte uno de esos golpes acertaba en nuestras lenguas golosas.
—Menudo par de zorras hemos pillado —oí que decía Marcos.
Carol rió ante aquel comentario. Me cogió de la cara y me volvió a besar, esta vez fue un beso apasionado de tornillo, me estaba comiendo la boca con pasión, pero hubo algo más. Noté como algo suave, duro y caliente se empezaba a introducir entre mis labios y los de mi mejor amiga. Estábamos compartiendo una polla en nuestras bocas. Tanto Carol como yo, movimos bien las lenguas para complacer a aquel sabroso manjar. Recordé la cantidad de veces que ...
... había soñado con besar a Carol, y ninguna de esas veces me había imaginado que en medio de aquel beso estaría el glande de otro hombre buscando placer en nuestras lenguas. Pero me encantaba. Carol empezó a rozar mi pecho con su mano, bajando hacía mi intimidad.
—¿Aún no se te pone dura, pichafloja? —me preguntó al notar que mi pollita seguía flácida entre mis piernas —. No te preocupes, cielo, hay otras formas de disfrutar.
Y siguió bajando su mano, por debajo de mis testículos, pasando por mi perineo hasta que sus dedos llegaron al agujero de mi culo. Di un respingo, pero tenía la boca demasiado llena de polla para quejarme. Para relajarme, Carol empezó a besar mi cuello mientras sus dedos empezaban a jugar con mi agujerito. Primero lo masajeaba en círculos, después empezó a introducir la yema de un dejo. Me sorprendió notar que su dedo, lubricado, entró con facilidad en mi interior. Cuando baje la vista a ver de dónde había sacado el lubricante vi como Carol se llevaba los dedos a su entrepierna antes de seguir penetrando mi virginal culito. La chica de la que había estado enamorado tantos años estaba usando sus fluidos vaginales para dilatarme el ano. Cuando llegó a meter dos deditos en mi interior no pude contener un gemido de placer.
—Mmmmmm... —exclamé con la boca aun llena de polla.
En ese momento estaba chupando el miembro de Juan, y debido al enorme placer que estaba empezando a sentir en mi culito intensifiqué el ritmo de la mamada. Apretando con fuerza ...