... empezaban a desabotonar mi camisa. Pronto, me termino de desabotonar la camisa y yo la dejé caer desde mis hombros hasta el suelo. Carol me echó una mirada de deseo, sabía lo que quería. Empecé a desabrocharla el sujetador. Cuando sus pechos salieron al aire bambolearon de forma respingona delante de mí. Empecé a acariciarlos, rozando sus pezones entre mis dedos. Había imaginado este momento cientos de veces, pero desde luego nunca así, jamás pensé que cuando por fin pudiera estrujar las tetas de Carol entre mis manos sería en medio de un baile erótico para excitar a otros dos tíos. Carol siguió contoneándose, su cuerpo ahora solo estaba cubierto por sus braguitas. Se fue agachando poco a poco lamiéndome el pecho hasta quedar de rodillas frente a mí. Entonces, empezó a desabrocharme el pantalón. Tras quitarme el pantalón se levantó y continuó bailando, y besándome. Me di cuenta que tanto Marcos como Juan habían estado quitándose la ropa también, ambos estaban ya solo en ropa interior, en los paquetes de ambos se insinuaban sendos bultos que prometían que la hombría de aquellos machos no era precisamente pequeña.
Carol se situó detrás de mí y pegó su cuerpo a mi espalda mientras me iba rozando el pecho y vientre con las manos en un sensual abrazo, notaba sus pezones clavados contra mí. Poco a poco fue bajando las manos hasta mis calzoncillos y de un solo impulso me los bajo hasta los tobillos, dejándome en pelotas delante de todos. Los chicos sonrieron al verme, y cuando ...
... Carol se asomó a ver mis partes la oí soltar una risotada a mis espaldas.
—¡Qué pollita más mona tienes! —Reía Carol —No esperarías follarme con eso ¿verdad?
Aunque estaba terriblemente excitado mi pollita se mantenía flácida por los nervios de la situación, colgando pequeñita y ridícula entre mis piernas. Carol siguió burlándose:
—Con esa cosita no das placer a una mujer. Pero tranquilo, que te voy a enseñar cómo puede dar placer un mariquita como tú.
No daba crédito. Mi mejor amiga, de la cual estaba perdidamente enamorado, me estaba humillando riéndose de mi pene y ahora me agarraba de la mano para acercarme a otro hombre, que por lo que se intuía no tenía el pene nada pequeño.
—Baila para él —me ordeno Carol empujándome hacia Juan.
No podía negare nada a Carol así que empecé a moverme delante de aquel hombre, que me miraba encantado. Me sentía bastante ridículo y no sabía muy bien que hacer, pero pronto Juan me agarró con las manos de las caderas y me acercó a él dirigiendo mis movimientos. Me hizo darme la vuelta mientras y empecé a frotar mi culo contra su paquete mientras le miraba a los ojos. Me empecé a sentir bastante sexi, mientras notaba como su polla se ponía más y más dura al frotarse entre mis nalgas, parecía que la ropa interior le iba a reventar con aquella cosa creciendo más y más. Mientras me movía, mi pollita, aun flácida, revotaba contra mi vientre y Juan me daba cachetadas. Estaba extasiado y me empezaba a soltar cada vez más.
Entonces ...