... sin ayuda de Carol, posé mi mano sobre la entrepierna de Juan y le acariciaba el pene, era agradable saber que yo era capaz de excitar a alguien de esa manera y hacer que se le pusiera así de duro.
Ya empezaba a ser realmente tarde, y los chicos nos invitaron a ir a su casa a tomar la última copa.
—No sé... —respondí yo. Sabía perfectamente lo que significaba esa invitación, y estaba indeciso.
—Vamos cielo —me dijo Carol para animarme— si vienes te dejaré ver mi tatuaje, ya sabes cuál.
Hacía unos años Carol se había hecho un tatuaje, nunca se lo había visto ya que lo tenía sobre el pubis. La idea de verla desnuda me terminó de convencer. Salimos del pub y empezamos a andar hacía el piso de los chicos. Marcos y Juan iban delante, Carol y yo íbamos detrás, ella me agarraba del brazo.
—Gracias por hacer esto conmigo, tenía muchas ganas de hacer algo así —decía Carol.
—No es nada, está siendo divertido —respondía yo, sin tenerlo del todo claro.
—Ya sabía yo que eras un poco marica, ya verás que bien te lo pasas esta noche —Carol acompañó el comentario con un azote en mi trasero.
—Bueno, no sé, una cosa es un beso, no sé si haré más.
—No seas tonto, si Juan la tiene la mitad de gorda que Marcos te lo vas a gozar como una perra —me quedé un poco sin saber que responder, nunca me imaginé a Carol hablándome de esa manera—. Si no sabes cómo comérsela fíjate en mí.
Dijo esto último con un guiño y se fue a colgarse del brazo de Marcos. Juan se puso al lado ...
... mío y me agarró de la cintura el resto del camino.
Al poco llegamos a su piso y pasamos al salón donde había un enorme sofá y un par de sillones. Carol no se hizo de rogar, al poco de entrar se colgó del cuello de Marcos el cual la agarró y la aplastó contra una pared mientras le comía el cuello y sobaba su trasero. Me quede mirándoles boquiabierto. Carol se estaba restregando contra Marcos como una perra en celo.
—¿Te apetece una copa? —Me dijo Juan.
—Sí... claro —respondí.
Y le acompañe a la cocina para alejarme un poco de aquella imagen. Allí nos servimos unas copas y cuando volvimos al salón la imagen era aún peor. Carol estaba en sujetador y Marcos a pecho descubierto, aun dándose el lote, esta vez en sillón. Al vernos llegar con cuatro copas, se separaron un poco y nos sentamos todos a beber. Yo me senté en el sofá al lado de Juan. Marcos se sentó en el sillón y Carol se sentó encima de Marcos. Mientras bebíamos, charlábamos. Juan me acariciaba el muslo con la mano, era agradable y yo le dejaba hacer. Carol sobaba descaradamente el paquete de Marcos. Ella fue la primera en acabarse su copa, y exaltada dijo:
—¿Sabéis lo que hace falta aquí? Un striptease. Vamos, cielo.
Y agarrándome de la mano me levantó del sofá. Me llevó al centro del salón y empezó a bailar pegada a mí. Se contoneaba rozando mi cuerpo y yo empecé a hacer lo mismo. Me agarró de la camisa y acercándose a mí me empezó a besar. Mientras me besaba no dejó de moverse y noté como sus manos ...