... apretándola con firmeza contra él. No pude evitar preguntarme si Carol estaría sintiendo la polla dura de Marcos contra su vientre al igual que yo notaba la de Juan contra mi culo. Sentí un ataque de celos al ver como aquel adonis se estaba comiendo a la chica de mis sueños en mis narices.
Juan debió darse cuenta de lo que pasaba por mi cabeza porque hizo algo que me quito todo aquello de la cabeza en un instante. Me giró y agarrándome de los hombros me plantó un beso en los labios. Era la primera vez que besaba a un hombre, no era tan diferente a besar a una mujer. Era agradable y me deje llevar, abrí un poco la boca y deje que me metiera lengua. Olía su desodorante mientras él me agarraba de la nuca. Me sentía deseado y le correspondí agarrándole suavemente de la cintura. Él era más alto que yo, así que notaba su aun erecto pene clavándose sobre mi vientre mientras nos besábamos.
Ahí estábamos, Carol y yo besando a dos hombres, desde luego la noche no estaba yendo como esperaba. Pensé en todas las veces que había salido a ligar por las noches, jamás había siquiera empezado a hablar con una chica tan pronto; pero aquellos dos machos alfas nos estaban comiendo la boca a mi amiga y a mi apenas unos minutos después de conocernos. Tras un rato que se me hizo eterno, nos separamos. Me relamí un poco los labios, notando su saliva caliente en ellos.
—¿Te ha gustado? —Me preguntó Juan al oído. Su voz me pareció muy diferente a como la había oído la primera vez. Era ...
... cautivadora.
—Sí... ha estado bien —respondí con un hilo de voz.
Seguimos bailando. Marcos y Carol se acercaron a nosotros y empezamos a bailar los cuatro juntos. Carol y yo frente a frente mientras los chicos nos perreaban por detrás. Carol estaba encantada, me cogió de las manos y me acercó a ella para besarme. Fue un beso distinto al primero, más apasionado y con lengua. Era una sensación extraña, estar besando a mi mejor amiga, y la chica de mis sueños, mientras notaba un pene duro restregarse por mis nalgas, sabiendo perfectamente que ella estaba sintiendo otro pene frotándose en las suyas. Llevé mis manos a su cintura, pero ella me agarró una de ellas y la empezó a guiar a otra parte. Mientras me miraba fijamente a los ojos con una encantadora sonrisa en su rostro, Carol fue guiando me mano hacía el paquete de Juan. Mis dedos se posaron sobre su entrepierna, y noté aquel mástil duro sobre la palma de mi mano. Era enorme, la mano de Carol me guiaba para que lo fuera recorriendo de arriba a abajo. Carol se acercó a mi oreja y después de darme un par de lametones en el lóbulo me preguntó:
—¿Cómo es?
—Grande... —respondí.
Ella se empezó a reír alegremente. Me dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta para seguir bailando con Marcos. Estuvimos bailando varias horas, a veces los cuatro juntos, a veces por parejas. Me fijaba que Carol cada vez tenía más su mano sobre el paquete de Marcos, y este le sobaba las tetas constantemente. Yo decidí seguir su ejemplo y, ya ...