... Shorts cortos y una blusa pegada negra, sin brasier. Esto me provocó una erección al ver sus pezones marcados aún en la oscuridad y ver como ese short no alcanzaba a ocultar todo su trasero y solo lo dejaba a 3/4. Era obvio que algo iba a pasar esa noche.
Acomodamos a la amiga en un sillón, que ya dormía, y ambos nos sentamos juntos a su lado. Para romper el hielo hice un pequeño sonido de dolor:
F: estas bien? Te sucede algo?
Yo: si, es que tengo un dolor aquí en los hombros or cargar algunas cajas temprano en la tienda.
F: recuéstate en mí, te haré unos masajes.
Me sentía en la gloria al estar acostado y sentir sus senos duros encima de mi cabeza, mientras Fernanda me hacía masajes en los hombros. Poco a poco fui poniendo mis manos en sus piernas desnudas e ir acariciándolas, primero empezando por las rodillas y subiendo por sus muslos. Fernanda por su parte había dejado de masajearme los hombros y estaba tocando el pecho por debajo de la camisa. Era tanta la excitación que empezamos a besarnos como la vez pasada. Cuando empecé a besar su cuello sentí como ella arañaba mi espalda, y no me importó sentir el dolor.
Yo: vamos a tu cuarto, sigamos allí
F: no podemos, comparto con mi hermana. Sígueme cuando te indique
Fernanda se paró y se fue a otra habitación, que resultó ser la cochera. Desde allí me llamó.
Tomé un segundo para respirar y procesar que luego de un tiempo por fin iba a cogerme a alguien y quién mejor que está tetona que me traía ...
... loco desde. Hace dos meses.
Al entrar a la cochera la vi apoyada sobre una pared, sonriéndome e invitándome hacía ella. Me acerqué y salvajemente empecé a besarla y morderle los labios, el cuello. Fui metiendo mi mano debajo de su blusa y rápidamente toque sus efectos pezones. Ella soltó un gemido y me apretó el pene cuando hice esto. Con las dos manos le hice masajes a sus tetas grandes mientras le besaba el cuello. Ella no paraba de sobarme el pene por encima del pantalón. Baje a mordisquear y retorcer sus pezones. Ella no podía hacer más que reprimir gemidos para no despertar a sus padres y agitarse por lo que estaba haciendo. Le bajé el short y para mi sorpresa no tenía calzones. Tenía el monte sagrado depilado a cero.
Estando loco y salvaje me agaché y la volteé. La abrí de piernas y hundí mi cara en su muy húmeda vagina. Empecé a meterle la lengua a su agujero mientras estimulaba su clítoris con la mano derecha. Tenía un olor rico, fresco, para nada a sudor u olores raros. Esto me hizo perder más la cabeza y empecé a lamerle el ano. Primero poco a poco, a los lados, y luego enterraba la lengua en su pequeño agujero. A este punto ella no podía contenerse y lanzaba gemidos que podía despertar a la amiga borracha. Se dio cuenta y tomó mi mano y me llevó al pequeño baño que había en la cochera.
Dentro seguimos besándonos mientras me introducía tres dedos. Ella no podía dejar de gemir y suplicarme que se la meta de una vez, a lo que finalmente accedí. Me senté en el ...