Somos Javi y Elena, nuestros cuerpos son delgados y ambos tenemos el pelo moreno, estamos de buen ver, mi esposa utiliza una talla 85 de pecho y tiene un culo precioso, llevamos muchos años juntos y nos gusta contar nuestras experiencias, esta se produjo hace más de doce años.
Era sábado, por la tarde acudimos a la boda de unos amigos, yo vestía traje negro y camisa verde, Elena que por entonces era mi novia, llevaba un vestido rojo de volantes y zapatos con tacones, estaba preciosa la verdad.
Era ya de noche cuando la discoteca de la boda cerró, la mayoría de los invitados seguimos con la celebración por los bares de la zona de fiesta acabando en otra discoteca.
A las 6 de la mañana nos desalojaron del local, nosotros fuimos hacia casa de los padres de mi novia, Elena caminaba descalza, yo llevaba sus zapatos en una mano y con la otra mano le agarraba de la cintura.
El camino se nos hizo eterno pero por fin llegamos, abrimos la puerta y entramos en el portal, nos sentamos en las escaleras de la entreplanta, allí comenzamos a besarnos, la mano de Elena empezó a rozar mi pene por encima del pantalón, mientras la mía intentaba hacerse un hueco entre sus piernas.
La situación se calentaba por momentos, Elena ya sentía mis dedos dentro de su coño, movió su cuerpo para estar más cómoda y abrió un poco más sus piernas.
Con mi otra mano deslicé los tirantes del vestido y le baje un poco el sujetador, sus tetas salieron a la luz, le empecé a chupar los pezones, mi ...
... lengua recorría sus pequeñas tetas.
Ella echaba la cabeza para atrás, las manos apoyadas en el suelo evitaban que su cuerpo cayera, sus piernas ya estaban abiertas del todo, mis dedos no dejaban de masturbarla lentamente y su teta era engullida por mi boca.
- Espera- dijo suavemente.
Se levantó del rellano, bajo un escalón y se puso de pie delante de mí.
Con mis manos levanté su vestido, mi lengua empezó a saborear sus fluidos por encima de su tanga.
Ella sujetó su vestido a la altura de la cintura, mis dedos empezaron a penetrarla lentamente, mi lengua seguía trabajando, la intensidad de los movimientos aumentaban poco a poco.
Agarré con mis dientes su tanga negro, tiré con fuerza y se lo deslicé un poco, con mis manos se lo bajé hasta los pies, ella me ayudó a quitárselo del todo levantando las piernas, lo lancé y quedó tirado en el suelo a un lado del rellano.
Tenía mi lengua metida en el agujero de su chocho, mi saliva se mezclaba con sus líquidos vaginales, ella me agarraba del pelo, me apretaba fuertemente contra sí, sus gemidos eran suaves.
- No pares, sigue, quiero que me folles- decía ella mirando al techo.
Elena estaba tan cachonda que pude meter el tercer dedo en su coño, mi ritmo era fuerte y rápido, ella me ayudaba frotándose el clítoris con intensidad.
Con el dedo índice de mi otra mano inicie las caricias alrededor de su ano, de vez en cuando se lo introducía un poco, hasta donde podía, al principio casi nada, pero la insistencia ...