Las fases de un proceso sabático
Fecha: 02/09/2022,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... su enorme estatura, pasó su brazo sobre mi hombro, y con uno de sus dedos rozaba mi pecho izquierdo. Nadie que no nos conociese adivinaría quién era pareja de quién mientras íbamos hacia el coche.
A sólo unos minutos antes de llegar al aparcamiento, pedí a Pablo que acercase su oído
-Fase dos- le susurré como una espía dando información confidencial.
El gigantón se separó de mí justo en el momento en que Cristina, intuyendo que era el momento, miró para atrás y, al verme un poco más retirada fingiendo un inexistente tropiezo, soltó a Silvia casi al tiempo de que su marido se colocara al lado opuesto al que estaba el mío.
-Es interesante vuestra investigación, por lo que me venía contando Isabel - dijo Pablo a la morena de pelo azulado para distraer su atención, a la vez que mi chico guapo agarró suavemente la cintura de mi compañera.
No sé qué pensaría en ese momento Silvia, tras el espectáculo vivido y protagonizado en el restaurante, pero estoy segura de que no intuía, ni lo más mínimo, lo que iba a vivir aquella noche.
Llegamos al parking y, caballeroso mi Javi, abrió la puerta trasera del coche para dejar pasar a Silvia mientras, por la puerta del otro lado Pablo introducía su enorme tamaño también en los asientos traseros. "Menos mal que el coche es grande", pensé mientras la pequeña rubita de pelo corto y yo subíamos en los asientos delanteros. Antes de salir a las calles de la ciudad Cristina ya había puesto su mano izquierda en mi mulo derecho y ...
... Pablo, por primera vez, besaba a mi gordibuena compañera con un mojado beso de alto voltaje mientras mi marido, intuí a través de la imagen que me ofreció el retrovisor, palpaba con una mano la entrepierna de Silvia y la otra buscaba, bajo el escote, uno de sus pechos.
El mediano trayecto hasta nuestra casa, en las afueras de Madrid, dio para situaciones curiosas. Cristina había logrado introducir uno de sus finos dedos bajo mi vestido y bajo la tela de mis braguitas; uno de los míos, de mi mano derecha, a su vez, había encontrado su clítoris apartando su suave tanga de algodón, y lo acariciaba de arriba a abajo y en suaves círculos mientras manejaba el volante con la izquierda.
En la parte trasera la fase dos estaba bastante candente. Los grandes pezones de Silvia estaban ya fuera del escote. Habían sido masajeados, lamidos y mordidos suavemente por las bocas de Javier y Pablo. Las manos de ellos recorrían, de las rodillas hacia arriba, cada milímetro de piel que aquella gordibuena no se molestaba en cubrir, muy al contrario, en una de las veces que la luz exterior permitía ver lo que atrás ocurría, en ese segundo, pude ver que Silvia ya no llevaba ropa interior y la mano enorme de Pablo buceaba entre la humedad de su sexo. Javier, mientras tanto, besaba los labios rojos.
Las manos de Silvia asían, con evidente deseo, los miembros erectos que, en algún momento, habían sido liberados y resplandecían ante las caricias manuales (o tal vez bucales) de mi compañera de ...