Un jueves más y como es de costumbre disfrutaba de mis clases de música, estaba muy emocionada porque en el semestre la clase tendría énfasis en técnica vocal lo cual resultaba espectacular pues el canto es uno de mis talentos, además de tocar el piano y la guitarra. En las clases de música formamos un coro, donde la mayoría de estudiantes cantábamos bajo la supervisión de la nueva maestra, su nombre era Carla, una mujer de piel clara, alta, delgada de cabello largo y rubio, ojos color miel, en general muy atractiva, la maestra rondaba perfectamente los 29 o 30 años.
La maestra llamó tanto mi atención que no pude evitar mirar su estilo de vestir, se notaba que cuidaba mucho cada prenda, era demasiado culta y recatada; lucía un jean clásico, una camisa blanca y encima llevaba un suéter gris oscuro. Mientras ella daba la clase mi mente solo estaba centrada en Carla, en un momento dado noté como ella miraba más de lo normal a mi compañera Dayana quién ya por naturaleza era llamativa, pues era una chica realmente guapa, piel clara, cabello oscuro y corto, delgada con una proporción de cadera y pecho perfecta, Dayana era la típica muchacha con look de chica ruda, solía vestir chaquetas negras de cuero y botas, el resto de sus prendas por lo general eran negras, ella resultaba agresiva a la vista, pero en realidad era una mujer bastante femenina, más de lo que parece.
La clase transcurrió y traté de no darle mucha importancia al asunto, al fin y al cabo es normal cruzarnos ...
... miradas de vez en cuando.
Al día siguiente comenzamos nuevamente las clases, la maestra Carla nos organizó en grupos de tres, quedábamos solo Dayana y yo sin grupo, así que Carla decidió realizar la actividad con nosotras dos. Hicimos ejercicios de respiración y calentamiento de voz, cuando esto sucedía otra vez volví a notar que la maestra miraba mucho a Dayana y esta vez mi compañera le correspondía disimuladamente, de inmediato sospeché que algo extraño sucedía entre ellas dos.
La clase culminó, todos salieron, solo quedábamos la maestra, Dayana y yo, así que recogí mis pertenencias del salón y me retiré, minutos más tarde me percaté que había olvidado mi libreta en el aula de clase, me devolví por ella, en el instante que iba abrir la puerta escuché unos ruidos que venían del interior del salón, me detuve a detallar hasta que claramente identifiqué gemidos; la curiosidad me ganó y muy sigilosamente abrí un poco la puerta y lo que observé por una pequeña abertura me dejó sin aliento.
Carla estaba sentada sobre su escritorio sin ropa interior, tenía sus piernas abiertas y entre ellas se encontraba Dayana que besaba con gran deseo toda la entrepierna de la maestra. Mi corazón latía descontroladamente de la impresión que me causó tal escena y de la excitación que provocaba en mi, sencillamente no podía dejar de mirar ese acto tan maravilloso.
Dayana parecía ser una experta en lo que hacía, lamía y besaba el clítoris de Carla con tan habilidad que la maestra no ...