Obsesión por la dulce Claudia
Fecha: 04/05/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Mamaceando, Fuente: CuentoRelatos
Cuando Fernando vio por primera vez a Claudia en aquel centro comercial, quedó enamorado. Aunque se comportaba como una niña con sus papás, tenía el cuerpo hermoso. Delgada, bonita, él le calculó diecisiete. Luego supo que acababa de cumplir diecinueve. La siguió por cada sitio del centro comercial e incluso compró un boleto para el cine, parado detrás de ella. Escucho que verían toy story. Llevaba años sin ver una película de dibujos. Y así seguiría. Pasó la película mirándola. Comer sus palomitas, reír con la mirada frente a la pantalla. Cuando salieron y los siguió hasta su auto, alcanzó a ver el suéter de un colegio privado. Así que rezo porque un milagro sucediera.
El lunes entre las doce y las dos de la tarde, espero paciente, leyendo como de costumbre pasaron las horas hasta que la vio salir con un grupo de amigas. Subió al transporte público sin notar su presencia. Perdida en la pantalla del teléfono ignoraba todo a su alrededor. Incluso le dio en la mano el billete para que pasara su pasaje. Camino detrás de ella hasta que la vio entrar en esa casa de paredes blancas de dos pisos. Todo por ese día.
Después de dos días de la misma rutina, espero a que saliera y choco con ella, pareciendo accidental. El café en su mano manchó el uniforme de Claudia. Ella se disculpaba, pero Fernando fingía estar apenado.
—Mira, como quedaste —le dijo señalando la gran mancha de café en su blusa blanca.
—Perdón, no me fije —apenada agacho la cabeza, pero Fernando ...
... insistió y no dejaría las cosas así.
—Ven, te debo una blusa, seguro en la plaza encontramos algo, para que no te vayas así, por favor déjame hacer eso.
—De verdad, no gracias —ella solo miraba su cara sonriente, tendría unos años menos que su papá. Pero sin la cara de ogro de todos los de esa edad.
—Insisto, es más. Yo voy y tú me esperas aquí —Dijo acomodándola en la banca donde esperaba si transporte y se alejó sonriente.
Claudia sin saber la razón espero, mientras el sacaba de su auto, estacionado en la plaza comercial. Así que regresó muy rápido. Trajo consigo dos blusas, esas que días antes Claudia veía junto con sus padres.
—No sabía cuál y te traje dos —Dijo extendiendo su mano con la bolsa.
—En serio no.
Cuando abrió la bolsa, sus ojos se iluminaron. Eran en efecto las blusas que deseaba. Sonreía, pero no quería aceptarlas.
—Anda, ve a cambiarte y si gustas te llevo a tu casa.
—No, como cree. Aquí pasa mi Combi —dijo cerrando la bolsa.
—Ok, solo ve a cambiarte. Y cuida de no chocar con nadie —se alejó sonriente, aunque esperó a verla salir con esa blusa floreada. “Hermosa” pensó para sí. Aguardo un par de días, cuando la vio entrar a la plaza, sabía que iría por un helado con cubierta de chocolate. Se instaló en una mesa de la heladería y la vio llegar.
—¿Me estás siguiendo? —le dijo sonriente.
—¡Hola! No, vengo por un helado.
—No me imagino que compres lámparas aquí —Dijo con sarcasmo y se levantó— ¿de qué vas a pedir?
—Pues de ...