Fecha: 23/01/2022,
Categorías:
Sexo oral
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Daniela está feliz acostada junto a Pablo, han hecho el amor, y ahora se dan a los mimos. No creía poder querer tanto a alguien, desde que empezaron a salir, todo ha sido más y más. Es guapo, gentil, listo, tiene dinero y futuro que quiere compartir con ella y una pija majestuosa que sabe usar hasta sacar la mejor música de su cuerpo.
Pasa la mano por el pecho del hombre, le gusta su vello, el suficiente para ser viril sin ser un oso, lo acaricia, juega con el pelo, pellizca los pezones masculinos.
- Nena, me encanta, por favor sigue y juega con tu chico.
Toca la verga, pese al ejercicio a que ha estado sometida, todavía está gorda aunque ha perdido dureza. Decide hacerle un regalo. Juega con sus pechos generosos rozando el costado de Pablo para que note los duros pezones contra su piel, mientras se incorpora sobre su antebrazo y baja la cabeza hasta el torso del hombre. Lo lame, su lengua sonrosada va dejando un reguero de una cima a la cima gemela . Luego comienza a mordisquearle. Sus blancos dientes se clavan en la carne. No tiene prisa, quiere disfrutar de las mordidas, como si fuera una ratita comiendo un queso y el queso son los pezones del macho. Al principio lo hace suave, pero va aumentando la presión, hasta que Pablo le gime:
- Me haces daño.
- Pero te gusta.
Y muerde la punta sobre el corazón como si fuera a comérselo.
- Loca...para.
Daniela agarra la verga, abandona el pecho del hombre y sigue una cadena de lametones, besos y mordiscos ...
... camino del arma del macho. Se detiene en el ombligo, mete la lengua taladrando el pequeño agujero, luego avanza en el camino que el vello de hombre lleva a la verga.
La ventana esta semi abierta, son las cinco de la tarde, y alguien les espía. Ricardo desde la terraza de su casa no pierde detalle de los jóvenes desnudos. Le apetece su sobrina, la hija de su hermana María Luisa, le ha visto crecer desde que era una mocosa hasta que empezó a convertirse en una mujercita con unos pechos de infarto. Sabe que no está bien espiarla, pero le gusta y le excita. Es un afrodisíaco que le sirve para su vida cotidiana. No tiene quejas con su mujer, Tina, que atrae a los hombres como la miel a las moscas, con sus piernas largas, su culo prieto, su cuerpo de corredora, guapa y con esa cara de viciosa que le enorgullece, pero tiene poco pecho, no como las tetazas de su sobrina, unas lolas que siempre le han impactado, tan grandes, tan duras, tan tiesas. Se toca la verga bajo el chino.
Daniela juega con el vello púbico de Pablo, tira de él con los dientes. Se levanta, se estira poniendo las manos en la nuca, para que él pueda contemplar en todo su esplendor los senos erguidos , orgullosos de su potencia. Se sienta sobre la pierna de hombre, recién pasado el tobillo, allí el hueso con tan poca carne le sirve para masturbarse, cuando apoya su vulva jugosa en él. Los labios depilados y su clítoris sienten los pelos del hombre.
Se inclina para que sus pechos acaricien los muslos de su ...