Él te observa (episodio 3)
Fecha: 27/05/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... ojete un par de veces, le ensartó la pija y se lo comenzó a serruchar subiendo y bajando su cuerpo tan rápido como se lo permitía la flexión de sus rodillas: se la cogía como quien hace sentadillas. Esto hizo que su madre llegara al orgasmo rápidamente. Pero el momento de clímax vino esta vez con sorpresas indeseadas:
–¡Ay ay ay, me cago, Dani… Dani, sacámela que me cago! –le imploró ella amenazante.
Hubo un violento espasmo… y se cagó nomás la muy cerda, y, para peor, sobre mi lado de la cama. La puta salió disparada hacia el baño y volvió minutos después vestida con ropa deportiva. Yo creí que iban a limpiar el escatológico enchastre antes de que Rosario lo advirtiera, pero no lo hicieron. Daniel se vistió y se fue tranquilamente a su habitación mientras ella se marchó mansa rumbo al gimnasio.
Media hora más tarde pude ver a Rosario limpiando la cama. Lo hacía con gestos que al principio expresaban estupor y asco, y que finalmente se transformaron en resignación y negación, como no creyendo las cosas que tenía que limpiar en una cama donde dormían personas adultas. Seguro que creía que había sido yo el que se había desgraciado. Casi me muero de vergüenza.
Cuando se marchó Rosario, poco después de las 12:30, aproveché para salir de mi escondite en busca de provisiones. Tenía hambre. Llegué sigilosamente hasta la cocina y, cual si ladrón fuere, me robé una porción de la tarta de calabaza que nuestra empleada había preparado para el almuerzo y un paquete de ...
... galletas de la alacena. También me llevé una botella de agua.
Minutos más tarde Irene volvió del gimnasio y, luego de darse una ducha, almorzó en compañía de su hijo. Casi no hubo diálogo durante el almuerzo; sólo miradas, sonrisas y pies acariciando piernas por debajo de la mesa: como preparándose para el postre.
Al rato ambos salieron de la cocina a las risas. Casi corriendo atravesaron el living y subieron la escalera. Imaginé que los cochinos iban a darse otra culeada en mi cama recién aseada y con sábanas nuevas. Sin embargo la acción iba a tener un sorpresivo cambio de escenario.
A través de la cámara de la planta alta pude verlos detenerse para chuponear al final de la escalera. ¡Qué lamida de lengua le dio la putita! ¡Cómo le comió la boca! Yo no recordaba un beso tan ardiente en veintidós años de matrimonio. Luego se miraron con sonrisa cómplice y se metieron en la habitación de Alicia.
“¡Nooo, en la habitación de Ali no, hijos de puta!”, pensé, pero no podía hacer nada. Aún no estaba preparado para abandonar mi escondite y mostrar mis garras, que seguramente resultarían fatales.
Como era previsible, madre e hijo comenzaron otra ardiente sesión de sexo prohibido sobre la cama de Alicia. “Pobre Ali, pobre mi nena, si supiera lo que hacen estos engendros del infierno en su cama”, me dije a mi mismo. Imaginé la decepción que se podía llevar mi pequeña al enterarse de las aberraciones cometidas por su madre y hermano. Si los viera como estaban en ese momento: ...