El secreto de Hugo (su padre)...
Fecha: 19/05/2018,
Categorías:
Gays
Tabú
Autor: renovatio111, Fuente: xHamster
... él le adoraba como ni niño, el mismo que se me agarraba al cuello en la piscina cuando empecé a enseñarle a nadar, o el que lloraba como un descosido cuando se caía de la bici en sus primeros momentos a los pedales.Había crecido físicamente, pero conservaba los rasgos de su edad. Un chavalillo bastante delgado, pero fibrado por el deporte. A mí me gustaba machacarle con la bici, que aprendiera la disciplina y el sacrificio del deporte. Conservaba una mirada pícara que me dedicaba de vez en cuando, y su pelo rubio rizado, le confería un aspecto angelical tremendo. Necesitaba mi protección y que yo le aportara mi experiencia en la vida. Era muy inocente, o eso me parecía. ¿Algo había cambiado?Tenía frente a mi una tarjeta con un teléfono escrito y una nota. Algunas letras estaban borradas por efecto del líquido que se había derramado sobre ella. ¿Era posible que fuera semen de dos hombres? ¿Quienes eran esos dos desconocidos que se habían aprovechado de mi pobre niño, indefenso, qué le habían hecho? No podía creer que esto estuviera sucediendo bajo mi techo. ¡En mi puta casa!Desde que Hugo entró en la adolescencia le había enseñado todo sobre el sexo. Sin tapujos. Siempre le produjo curiosidad mi vello, bien repartido por todo mi pecho, brazos y piernas. Desde bien joven lo acariciaba con curiosidad como si se tratara de un fenómeno que no entraba dentro de su cabeza: ¿de dónde salen los pelos, papá? me preguntaba intrigado.Yo le explicaba que los hombres teníamos vello ...
... corporal y que cuando salía quería decir que estábamos formándonos sexualmente. Que cuando al él le salieran se daría cuenta, porque empezarían a aparecer en sus pubis imberbe y que no le extrañara, que era normal. El se bajaba los pantalones y me decía que nunca le saldría pelo. Yo le miraba con ternura y le decía que tarde o temprano los tendría, como yo. Él se reía.Desde muy pequeño le producía curiosidad mi pene. Mi polla era muy gorda y grande, casi alcanzaba los 22 cm y podía ser perfectamente como la lata de una cocacola de ancha. Era mi herramienta, la que tantas alegrías me había traído. Él la admiraba en el baño con curiosidad y me preguntaba si algún día llegaría a tener un pito tan grande: “claro hijo, cuando crezcas” le decía con paciencia y cariño. ¡Haz que crezca me decía! Y yo parsimoniosamente me la acariciaba para que él, admirado, viera lo grande que tenía la polla su papá.Cuando aprendió a hacerse pajas y a darse placer a si mismo, le enseñé cómo hacerlo, que el líquido que soltaban sus huevos se llamaba semen y que eso era lo que traía niños al mundo, como él. Él me miraba divertido, muerto de placer y asombrado que su pene pudiera hacer esas cosas. Yo le enseñé como masturbarse y le dije que llegaría el momento en el que su polla disfrutaría de las chicas tanto como de su mano.Él nunca mostró interés por las mujeres. Al principio pensé que era demasiado apego a mí, a su figura paterna, y que quizás era cuestión de tiempo. Cuando fueron pasando los años acepté ...