Ella re zarpada y yo virgen
Fecha: 13/05/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Gabriel, tengo 18 años, soy un tanto inexperto en lo sexual, y eso me pone muy nervioso a la hora de hablarle a una chica. El último verano me interné en un gimnasio y así logré algunos músculos, y eso es bien codiciado por ellas… la verdad, mis padres me mandaban porque no querían un hijo obeso, ya que fui gordito de niño.
Hace no mucho comencé a acercarme a las de mi curso. Pero siempre siento que ellas avanzan muy rápido, y yo me quedo mirando el techo mientras mis compañeros me cuentan que salen con ellas y todo lo demás.
Para el mundial Brasil 2014 hicimos una pequeña apuesta con una guachina de quinto año, que siempre andaba metida entre los más grandes. Ella apostó que nuestra Argentina no llegaba a la final y yo que sí. El que ganaba se quedaba con algo del otro. Solo que jamás pactamos qué sería ese algo.
El primer día de clases luego de las vacaciones ya sabíamos el resultado, pero yo creí que ella olvidaría el tema. Al fin y al cabo las mujeres no tienen tan en cuenta el fútbol. Entonces, cuando la vi, después de sobrarla y decirle que no entiende nada de eso, medio jodiendo le dije que me diera su bombacha como premio, y me sonrojé. ¡La muy guacha me llevó al baño de niñas, se la sacó por debajo de la pollera y me la dio en la mano, mientras me decía que ya cumplió los 18!
La miré fijamente aunque idiotizado apretando la prenda, y creo que se me notó que se me re paró. Ella se las tomó, yo le pegué una olida y salí con la idea fija de ...
... llegar a casa y disfrutarla más.
Ya en mi habitación, con una presión en el pecho y tremenda recompensa, la saqué de la mochila para olerla re cevado. Por un lado sentía algo por ella, pero por otro estaba seguro que era una calentura. Solo pensaba en que no podía ser tan lanzada y tan chica, y me acabé en las manos como un boludo.
Denis es bajita, mide 1,57, es morocha con rulos y pequitas, tiene ojos marrones y es rellenita. Por las noches olía su bombacha un poco manchada, olorosa y suave. ¡Se la imaginaba puesta y me re pajeaba!
La tercer noche que la tuve me encerré en el baño y desesperadamente le terminé encima. No sabía qué hacer ni dónde esconderla. Todavía mi madre me limpia la pieza. Así que la metí toda enlechada en una bolsa y la guardé en la parte de atrás de un cajón de medias.
A los días la piba llamó a mi casa. No sé cómo consiguió mi número. Como tengo el fijo en el comedor toda la familia observó aquel llamado mientras almorzábamos. Me sorprendió escuchar su vos. Hablamos dos palabras y ya me decía cosas super zarpadas, cosas como si ya la tenía parada, si me gustaban sus tetas, si le tenía ganas y más. Pensé que podía tragarme el miedo, pero aun así me sentía vigilado. Le dije una huevada que casi me muero y le corté, medio embobado y temblando como borracho.
A la semana siguiente en el colegio, cuando me vio, con un gesto del dedo índice me pidió que fuésemos a un lugar. Híper hipnotizado la seguí sin darme cuenta que nos acercábamos al baño de ...