... asimilábamos todo, sonó el teléfono de la habitación, me sobresalté, Cata se separó violentamente mirando mi blusa abierta, como sin creer que ella la hubiera desabrochado, luego mirando mis ojos confundida escuchó el segundo timbre del teléfono y corrió, se puso el auricular en la oreja esperando escuchar la voz al otro lado:
- - - No, ellos no están. No, tampoco sé a qué horas regresan, ni mucho menos en donde se encuentran, sí, hasta luego.
- - Aún sobresaltada puso el teléfono en donde estaba, se quedó de espaldas, tal vez tratando de comprender qué era lo que había pasado, yo tampoco era capaz de hablar, ¿qué iba a decirle? ¿Que de repente la vi "distinta" y que no había soportado el impulso de besarla? De pronto ella había pensado lo mismo, no tenía idea de qué hacer, yo estaba temblando por el suceso anterior, pero a pesar del susto y del hecho que todo esto no fuera normal yo quería continuar, fui hasta la cama y me senté a su lado, tomándola del hombro jalándola hacia mí para que me mirara otra vez: - - - Andrea, qué me hiciste? -me preguntó totalmente confundida-
- - Pero al decir esto me vio la blusa abierta y entonces entendió que esa pregunta la debí de haber hecho yo, desvió la mirada, cerró los ojos, supongo que no pudo comprender nada porque los volvió a abrir y me miró directamente a los ojos, temblando, pálida y fría se quedó esperando tal vez mi reproche o mi aceptación, esa mirada nos había afectado más que todo lo anterior, porque nos ...
... abalanzamos la una a la otra esta vez en besos más apasionados, estábamos desenfrenadas, contagiadas por los besos de hacía unos minutos, la recosté en la cama y yo sobre ella le besaba el cuello, las orejas, la frente, pero era inevitable volver a esos labios, obviamente ya no sabían a chocolate, pero tenían "algo" que los hacía irresistibles, me sentí mucho mejor cuando su voz entrecortada me confesó que sentía lo mismo de mis besos.
- - Sentí de nuevo sus manos en mi blusa, quitándomela del todo, tocándome violentamente, tratando de abarcar con sus suaves manos todo lo que más podía; con gran esfuerzo me separé por un instante de sus labios y bajé quitándole hábilmente la blusa y desabrochando, gracias a sus movimientos, su sostén, hasta tocar sus senos suaves, duros y excitados, los lamí con gran agrado, mío y de ella que ya había comenzado a gemir silenciosamente, me separé un minuto y me desabroché el pantalón, ella se había quedado mirándome ahí acostada en la cama como pidiendo una explicación, aún sentíamos ese ambiente extraño, pero ya estábamos algo alteradas por ese líbido incontrolable que se había despertado en ambas, una vez estuve sin el pantalón, los zapatos y las medias me acosté de nuevo sobre ella sólo con la ropa interior y la besé nuevamente; Cata me desabrochó el sostén también y jalando ágilmente las tiritas lo quitó casi de inmediato, con un furtivo movimiento se puso sobre mí y separándose se desabrochó también su pantalón quitándoselo tan rápido como pudo, ...