La Serena
Fecha: 20/04/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: abaco3636, Fuente: RelatosEróticos
La Sorpresa
El día había sido agotador para Diego... realizar todas las tareas de un día normal en dos horas menos había resultado mucho mas difícil de lo que esperaba, pero lo consiguió. Era la condición que le impuso su jefe para dejarlo ir un par de horas antes. Necesitaba ese tiempo porque llevaba meses con la idea en la cabeza y semanas planificando como llevarla a cabo.
Tenía todo preparado en su automóvil, el pasamontañas, la cuerda, la pistola a fogueo, todo. En algún momento quiso desistir de su plan, pensando en el susto que se llevaría Ana, pero entonces recordaba sus motivos...
La había conocido hacía dos años, y desde el momento en que la vio quiso para sí a esa belleza angelical,pura, inocente. Le llevó casi un año conquistarla... todavía recordaba su primera cita, su primer beso, y también la primera vez que hicieron el amor. Fue algo romántico, hermoso, libre de toda lujuria...
Ese era precisamente el problema: Él confiaba que con el tiempo podría corromper a esa inocente criatura, transformarla en una depravada loba sexual, sedienta de satisfacer sus instintos más básicos. No le había resultado; al contrario, Ana jamás había tenido un orgasmo, no dejaba que le practicara sexo oral (mucho menos ella a él) y, aún cuando llevaban mas de dos meses viviendo juntos, casi no dejaba que la viera desnuda. Peor aún, últimamente lo rechazaba casi siempre, tanto así que hacía dos semanas que no tenían relaciones.
Por eso planeó lo de aquel día; entraría ...
... por la puerta trasera - que había dejado abierta en la mañana- vestido de ladrón y la sorprendería, confiando en que el peligro pudiera gatillar la excitación de su novia. Sonaba descabellado ahora que lo repasaba mentalmente, pero así lo había leído en alguna parte ¿o lo vio en la tele? Daba igual; en el peor de los casos, al menos podría cumplir su fantasía de dominación.
Se estacionó a tres cuadras de la casa, para no alertarla de antemano. Sacó los implementos del auto y comenzó a acercarse a pie. Cuando estaba cerca, miró hacia todos lados para asegurarse de que nadie lo observaba y luego corrió rápidamente al muro que daba al patio trasero de la propiedad. Lo saltó con agilidad y lo más silenciosamente que pudo. Ya se había cambiado de ropa al salir del trabajo: polera, jeans y zapatillas que había comprado el día anterior en la ropa usada. Daba lo mismo la ropa que usara; lo importante era que Ana no la reconociera.
Se puso el pasamontañas y tomó la pistola y la cuerda. Se acercó sigilosamente a la puerta trasera, pero luego de dar unos cuantos pasos, cambió de idea: Era mejor ver primero en qué lugar de la casa se encontraba su novia. Comenzó por la ventana más cercana, que correspondía al dormitorio; al llegar, se agachó para asegurarse que no lo viera y se asomó por una esquina para mirar al interior
Sin darse cuenta, soltó la cuerda y la pistola y casi pierde el equilibrio; todos sus sentidos parecieron bloquearse... todos excepto la visión. No podía creer ...