1. Mi mujer y su amante (3a parte)


    Fecha: 17/04/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: atilale1, Fuente: RelatosEróticos

    ... a Silvia y volvía a subir. Estuvo así un rato, subiendo y bajando, penetrando cada vez más a Silvia y cuando subía, cada vez se acercaba más de su culito para acariciarlo también.
    
    Por su parte, Silvia lo estaba disfrutando mucho, y, aunque no le gustase mucho las caricias sobre su ano, lo dejaba hacer porque también le estaba dando placer esta caricia, echa tan suavemente y sin prisas.
    
    Con los minutos, se dio cuenta que Pepe ya no se paseaba por sus nalgas, tenía un dedo metido en su raja que ya estaba chorreando y el otro sobre su culete, masajeando sin apretar.
    
    Para ella también era hora de acelerar las cosas: moviéndose muy lentamente para que Pepe no parase, empezó a levantar el culo, y, poco a poco, acabo a cuatro patas. Pepe no perdió tiempo y, girando la mano, con el pulgar buscaba el punto G de Silvia y con el índice, su clítoris para empezar a acariciarlo.
    
    Silvia tiró la toalla al suelo y empezó a moverse bajo las manos de Pepe. Notaba con el placer subía sin parar. No sabía si el placer venía de su sexo o de su culete que Pepe ya había abierto y en el que había metido un dedo.
    
    Pepe movía las manos de manera opuesta: cuando entraba en el sexo de Silvia, salía de su culo. Ella gritaba cada vez más. Le besó la nalga.
    
    Silvia estalló de placer. Gritó, apretó los dedos de Pepe con sus orificios. Él se quedaba quieto en cada apretón y después, volvía a moverse.
    
    Ella se corrió durante un buen rato, hasta que se echo hacía adelante para escapar a los ...
    ... dedos de Pepe. El placer era tanto que ya no sabía si era placer o dolor.
    
    Se quedó de lado, desnuda, dejando que las últimas olas de placer se fuesen.
    
    Pepe se levantó, se limpió las manos con la toalla que había caído al suelo para quitarse los últimos rastros de aceite. Ella lo miró y vio como se desabrochaba el pantalón. Sonrío cuando vio los calzoncillos listos para estallar y deseando ver lo que había debajo. Pepe se quitó la camisa y después, empezó a bajarse los calzoncillos.
    
    Era tal como Silvia lo recordaba. Enorme y rosado. Ya tenía el glande al aire y se notaba que ya estaba húmedo.
    
    Alzo la mano y lo acarició con los dedos. Apretándolo un poco, lo acercó a ella mientras se sentaba. Estaba aún más impresionada que la última vez.
    
    Empezó a lamerlo, recogiendo el zumo que manaba de esta polla enorme. Dio la vuelta varias veces al glande con la lengua y después, empezó a metérselo en la boca. Era casi misión imposible. Era tan gordo que solo entraba la punta, pero ella insistía. A veces se notaba que sus dientes rozaban la frágil piel de Pepe porque este tenía un movimiento de huida, pero ella seguía intentándolo. Ya le dolía un poco la mandíbula, pero había decidido que este monstruo entraría y entró. Consiguió meterse el glande en la boca. Lo metió entero y lo empezó a chupar. Lo metía y lo sacaba, solo parándose para respirar un poco. Al cabo de un rato, dejó de hacerlo porque ya le dolía demasiado la mandíbula y empezó a lamerlo, subiendo y bajando a lo ...