El hombre difuso...
Fecha: 13/04/2018,
Categorías:
Gays
Autor: renovatio111, Fuente: xHamster
... llenó la nariz.- Entonces el hombre difuso, el hombre del que no veo más que su monstruoso falo, introduce de golpe aquel miembro goteante en mi boca y lo hunde sin compasión y yo no puedo hacer nada más que tragar...Y Fabio recibió entonces el manubrio del psiquiatra, que le inmovilizaba la cabeza al tiempo que con un golpe de caderas empujaba la pollaza dentro de una anhelante boca que salivaba, dispuesta.Durante unos exquisitos minutos Fabio no pudo seguir relatando sus sueños, repleta su boca de una vara de carne que arremetía con ansia y rezumaba precum. Mantenía los ojos cerrados y revivía lo que había soñado, como si siguiera preso en la mesa y no pudiera vez quien le colmaba los morros, pero con la excitación de saberse empotrado sin remedio y sin defensa por el fabuloso rabo de su psiquiatra y la ilusión que le proporcionaba el recuerdo de su sueño de que detrás de la impresionante polla que marchaba adentro y afuera sobre su ávida lengua y entre sus carnosos labios de los que escapaba la saliva hubiera otra esperando, otra de igual calibre dispuesta a vaciarse en su garganta… y otra… y otra más. Y aunque sabía que hoy debería contentarse con solo aquella, la sensación de que los sueños húmedos se le hacían realidad le hizo sentir una de las mejores excitaciones de su vida.Por su parte, hacía unos dos meses que Robert había instalado cámaras en su consulta. Primero puso solo una, pero después del visionado de la primera sesión grabada con Fabio, ...
... quien no sabía nada del asunto, decidió poner cuatro más. Ahora, mientras embestía contra la cara de Fabio y sus huevos chocaban contra la barbilla del paciente, imaginaba lo que estaba grabando cada cámara y hacerlo lo excitaba mucho más. La cámara oculta entre los libros de la estantería estaba grabando sus envites desde atrás, por lo que luego, durante la semana, podría verse a si mismo las veces que quisiera, sus blancas posaderas en contraste con sus morenas piernas empujando, bombeando rítmicamente en la boca de Fabio, aunque esa parte, su poderosa polla follándose la cabeza inmovilizada, la mostrarían las imágenes tomadas por otras dos cámaras a ambos lados del diván y quizá la de la lámpara del techo. Luego podría recrearse viendo tantas veces como quisiera como su imponente miembro entraba y salía una y otra vez de aquella boca sumisa, bañado, colmado de saliva. De hecho sacó un momento el miembro, lo colocó sobre la nariz de Fabio, restregó un poco el glande y lo levantó despacio, haciendo un pequeño puente con la saliva, pensando en las imágenes que luego vería simultáneamente en los cinco televisores gigantes que había instalado en su sala de estar. Después dio unos golpecitos ensalivados contra las mejillas de Fabio midiendo cuidadosamente el ángulo.- ¿Y qué hizo después el hombre difuso?- preguntó al paciente, aprovechando que le había sacado la verga de la boca y así podría responderle.- Me folló la boca como un cabrón hasta llenarmela de leche...