1. El dulce placer de la esclavitud y la sumisión (Parte 1)


    Fecha: 09/04/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Paulina_minerva, Fuente: CuentoRelatos

    ... Sonia.
    
    —Buenas noches esclava, me dijo.
    
    —Buenas noches mi Ama, le respondí yo.
    
    Cuando se apagó la luz y la oscuridad ocupó aquella habitación, por mi cabeza pasaban miles de imágenes, sensaciones y sentimientos diversos y contradictorios. “¿Para qué necesitaba domarme?, ¿no veía el esfuerzo que hacía para ser suya? Sin embargo, deseaba que caminase sobre mi cuerpo desnudo con esos zapatos de tacón de aguja para que me marcase, que yo era de su propiedad”, con esas ideas me dormí. No sé qué hora era cuando me dormí, para mi demasiado tarde, porque cuando sonó el despertador e intenté incorporarme me di cuenta de que el cansancio me tenía derrotada, pero aquél despareció nada más sentir como los pies de mi “propietaria” y amiga se dejaban caer sobre mis pechos, haciéndome recordar lo ocurrido durante la noche, y Sonia comenzó a masajearme los pechos con sus pies, provocándome nuevos gemidos de placer.
    
    Poco después me ayudó a incorporarme y me llevó hasta el cuarto de baño y junto a la ducha me tumbó nuevamente, ya me imaginaba para que me quería allí, antes de introducirse en la ducha me volvió a colocar la pelota de goma en mi boca, y comenzó a ducharse, sobre mi cuerpo caía salpicaduras de agua que provenían de su cuerpo, tan deseado por mi. Terminó su ducha y cuando salió de la bañera se dejó caer sobre mi y comenzó a secarse, terminada la operación, solamente se puso unas medias y unos zapatos de tacón de aguja y enseguida me incorporó y me desnudó. Me introdujo ...
    ... en la bañera y me comenzó a bañar, sus manos se entretuvieron en mis partes más íntimas y sensibles, sexualmente hablando. Me pellizcaba los pezones, retorciéndolos hasta niveles que me eran increíbles, por el dolor que me causaba y por las vueltas que le daba a cada uno de mis pezones por no hablar de mis labios vaginales quienes fueron torturados de forma cruel y placentera para mí, después de haberme duchado me llevó nuevamente hasta el dormitorio, que así lo creía yo, de su madre.
    
    Allí puso juntas dos banquetas entre la cama y el armario, a mi me colocó sobre las banquetas de tal forma que mis pechos se quedaron colgando libremente y mis manos se agarraron a ciertos pomos, a una altura extraña, que había en el armario, cuando oigo un clic metálico y veo con estupor que mis dos muñecas están ceñidas por un aro metálico que me une a los pomos del armario, la miro con estupefacción por lo que me ha hecho y está haciéndome. Estoy inmovilizada y totalmente a su merced, por mi vientre me introduce un grueso cojín que hace que eleve mi pelvis dejándola como punta de algo que no comprendo, sobre mi cuello ciñe, nuevamente, una correa de la que pende una cadena que une con una de las banquetas, obligándome a mantener la cabeza elevada y sin posibilidad de girar. Me coloca una venda en mis ojos y ya no puedo ver nada, solamente la sensación de tensión de todos mis músculos.
    
    Me dejó sola durante varios minutos, en aquella postura tan incómoda y tensa, los brazos y las piernas ...
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