Los amantes de Ana
Fecha: 17/06/2017,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Craso, Fuente: CuentoRelatos
... follando en esa postura, de hecho, alguna que otra vez mi marido había intentado penetrarme así pero siempre lo habíamos dejado en el intento, yo no le dejaba porque esa postura me incomodaba y así me dolía la penetración; por no parecer una mojigata no le dije a Mario que en esa forma me dolía al penetrarme, lo que si le dije fue que no pretendiera follarme por el culo, que nunca me lo habían hecho por ahí y nunca me dejaría, y mucho menos con una poya tan grande; Mario se rio y me dijo que estuviese tranquila, que no pretendía metérmela por el culo
La situación de dominio que empezó a tener Mario sobre mí y la tensión de saber que al momento me penetraría en esa postura con ese grandioso miembro me causaba aun mayor excitación. A pesar de que mi sexo estaba completamente húmedo, al introducirme de golpe ese fantástico pene no pude reprimir un grito de dolor, me pareció como si me hubiese desgarrado, pero poco a poco el dolor fue cesando y mi temperatura aumentando. Ese hombre me manejaba a su antojo con suma habilidad, de vez en cuando me daba unos fuertes azotes en las nalgas haciéndome gritar y agilizar el movimiento. En el cristal de un mueble del salón vi reflejada la imagen de un hombre alto, fuerte y muy atractivo, como el que yo había anhelado en muchas ocasiones, follándome sin compasión, sacando y metiendo con suma vigorosidad su enorme miembro en mi sexo húmedo; y yo, agachada en cuclillas y sin que en esta ocasión me preocupase el dolor de la penetración en ...
... esa postura en la que nunca permití que me hiciese el amor mi esposo. Fue en ese momento cuando comprendí la diferencia entre hacer el amor y follar; Fabián me hacía el amor pero Mario me estaba follando, como el dijo “follándome como nadie me lo habían hecho antes”. Vi reflejado en el cristal como Mario echaba su saliva hacia la raja de mi culo, pensé en la peor de sus intenciones, comenzó a introducirme un dedo por el ano yo le dije que por ahí no, pero él, en vez de hacerme caso me ordenó con autoridad que me callara y que aprendiera a gozar, me callé y permití que siguiera sodomizándome con su dedo; primero uno y al momento dos de sus dedos me dilataban el ano; me dijo: “deja de disimular y compórtate como lo que eres putita, necesitas un tío que te haga sentir lo que de verdad eres, una guarra, una zorrilla caliente, disfruta ahora de lo que el cornudo de tu marido no te sabe dar”. Ahora yo estaba en sus manos, me tenía completamente dominada, extasiada, y sabía que haríamos todo lo que él quisiera.
Se me saltaban las lágrimas, no sé si de la humillación o de la excitación que me producía el sentirme como una puta, vejada y follada bestialmente. De pronto, mientras Mario me penetraba y deslizaba sus dos dedos dentro de mi ano me llegó uno de los orgasmos más grandes de toda mi vida, me hizo gritar y gemir de tal forma que temí haber escandalizado a todo el vecindario. Tras ese espectacular orgasmo Mario dejó de perforar mis orificios y me colocó sentada frente a él, ...