Los amantes de Ana
Fecha: 17/06/2017,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Craso, Fuente: CuentoRelatos
... imaginación..., por allí merodeaban algunas cosas inconfesables. Desde siempre me había comportado como una mojigata, y pensaba que cualquier cosa aparte de hacer el amor de vez en cuando con mi marido era una desviación. Como os decía, el lesbianismo no entraba en mis esquemas, y mucho menos otro tipo de prácticas sexuales como podía ser el intercambio de parejas, el sadomasoquismo o incluso la penetración anal, que la consideraba como algo sólo propio de homosexuales; en fin, consideraba obscena cualquier práctica fuera de lo que es un coito “normal” dentro del matrimonio. Pero como antes mencioné, en lo más íntimo de mis pensamientos, yo tenía fantasías sexuales inconfesables, me excitaba imaginándome en situaciones que se podrían describir de prácticas sado-maso. Cuando me quedaba sola en casa, a veces me masturbaba imaginando que me violaban entre varios hombres y me penetraban por todos los orificios de mi cuerpo, esa fantasía me excitaba terriblemente.
Pero en el sexo real jamás me atrevía a hacer cosas fuera de lo normal. Fabián me proponía de vez en cuando algunos actos sexuales fuera de lo común para mí, pero yo siempre me negaba, a él le encantaba el sexo oral pero yo no consentía en que me lamiera el sexo y las pocas veces que accedía a hacerle una felación no me introducía su pene entero en la boca, como mucho dos o tres centímetros. Una vez me propuso penetrarme por el ano, pero sólo me lo propuso esa sola vez, porque le dije de todo, lo taché de obseso, ...
... vicioso y no sé de cuantas cosas más, me negaba a comprender ese deseo de los hombres de querer introducirnos su miembro por cualquier orificio de nuestro cuerpo.
Mario
Fue la casualidad, estábamos haciendo cola en la caja de un supermercado cuando un hombre nos preguntó si éramos los últimos, mi esposo, se volvió para responderle, en ese momento se reconocieron y se dieron un efusivo abrazo, seguidamente mi esposo nos presentó; “Mario, esta es Ana, mi esposa; Ana, él es Mario, mi mejor amigo del colegio y al que no veía desde hacía años”.
Mario nos relató que había vuelto recientemente del extranjero, nos contó que había estado viviendo en diversos países por cuestiones de trabajo, realizando reportajes gráficos en zonas de conflictos para varios periódicos, pero que definitivamente volvía para quedarse en Sevilla. Fabián le preguntó si tenía tiempo para tomar un café con nosotros, pero Mario se disculpó comentándonos que tendría que ser en otra ocasión, porque tenía que acudir a una cita muy importante; ambos se intercambiaron los números de teléfonos y quedaron en llamarse.
Fabián me comentó que seguramente Mario no llamaría, lo había encontrado algo distante; además siempre había sido algo informal y muy independiente; pero al día siguiente Mario le llamó para quedar en otra ocasión. Fabián le invitó a que nos acompañase a tomar unas copas con nuestros amigos, con los que habíamos quedado esa tarde, Mario aceptó la invitación y desde aquel día se convirtió en uno ...