1. La guapa novia de mi tío


    Fecha: 30/03/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Dulce Fuego, Fuente: CuentoRelatos

    ... sala.
    
    -No se, Karen. Mira, primero quiero saber a qué te refieres con "contártelo todo".
    
    -Vamos, guapa, ¿pensaste que me lo iba a tomar mal? Pues nada de eso, me gusta mucho que seas la amante de Pablo. Mejor tú que cualquier peladita de su oficina. Aunque sospecho que nos pone el cuerno con más de una de esas.
    
    Yo me quedé perpleja ante la sinceridad de su explicación y obviamente todas mis dudas se disiparon... Pablo le había contado todo, todo.
    
    -Si no te sientes lista para contarme, toma tu tiempo, Candy. Pero tengo la impresión de que terminaremos platicando de eso y de otro montón de cosas interesantes. ¿Tomas algo? Tal vez te ayude a sentirte más cómoda y menos tímida. Espera, te traigo algo rico.
    
    -Gracias, sí quiero tomar lo mismo que te sirvas tú. Y disculpa mi torpeza. No sabía que mi tío te había hablado de eso. ¡Qué vergüenza! jaja
    
    -Conmigo, nada de vergüenzas, Candy. Quiero que seamos amigas y que sepas que estoy contigo en todo lo que quieras. Ya se que a penas nos vamos conociendo, pero te lo digo en serio, me encantaría ser tu amiga.
    
    Karen regresó con las bebidas, se acomodó a mi lado en el sillón y luego estiro el brazo para acariciarme el cabello mientras hablábamos y reíamos, haciéndome sentir más cómoda y libre. No sé cuántos vasos de whisky me había tomado, pero cuando se hizo de noche, ya me sentía considerablemente mareada y alegre; lo mismo que Karen, que además mostraba en las mejillas unas manchitas rojas que la hacían ver aún ...
    ... más hermosa.
    
    -Creo que es hora de ponernos a trabajar, Candy. No quiero que mañana estemos muy apuradas. Ven conmigo-. Me propuso Karen poniéndose de pie y llevándome a su recámara. -Bueno, se supone que este bodrio es mi santuario, bienvenida-. Me dijo haciendo un ademán con el brazo que abarcaba su cuarto.
    
    Comenzamos a guardar todo en cajas de cartón. A mí me encargó la tarea de guardar su ropa; cada prenda tenía impregnado el dulce olor de su cuerpo. Cada vez que Karen no me veía, hundía mi cara en su ropa antes de meterla a una caja; su olor me excitaba, era delicioso. Durante el tiempo que pasé doblando y oliendo a escondidas su ropa, Karen se encargó de que mi vaso estuviera siempre lleno, mezcló el whisky con todo cuanto fue posible sacar de su alacena, con el pretexto de no dejar nada que se pudiera derramar en la mudanza. Para cuando terminamos de empacarlo todo, yo estaba bastante borracha y excitada, casi drogada por el aroma de la ropa de Karen y sobre todo por su presencia, y su plática, que brincaba de un tema a otro sin control.
    
    -¿Te casaste, Candy?- Me preguntó luego de tumbarse en el colchón, en un gesto de agotamiento, y yo quise responderle que no estaba lo suficientemente cansada como para no querer quitarle la ropa y olerle todo el cuerpo, pero sólo le dije que no, que estaba más ebria que cansada. Ella entre risas me dijo que también se sentía borracha, que lo mejor sería que nos fuéramos a dormir. Se levantó del colchón y sacó de una caja dos ...
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