Mi profesora de inglés
Fecha: 20/03/2018,
Categorías:
Anal
Autor: JulioG, Fuente: CuentoRelatos
Como cada miércoles, al salir del trabajo, me cargué la mochila, arranqué la moto y me fui con prisa para mi clase particular de inglés. Al igual que casi todos los mortales, yo también estoy cultivando mi pobre inglés. Escogí esta academia por la cercanía del trabajo. Cuando tuve la entrevista con Joana, la profesora, para concertar el curso, la verdad es que tampoco me fijé mucho en ella, porque iba en busca de alguien que me ayudara con mi cruz con este idioma.
Pero este día caluroso de julio ocurriría algo que nunca había pensado. Tendría una clase magistral, pero no de inglés, sino de sexo. Joana, aunque más joven que yo, me enseñó que el sexo se podía vivir con una intensidad tremenda, sin prisas, con un goce fabuloso.
Normalmente ella vestía de una manera informal, con tejanos y camisetas, sin maquillar, pero hoy iba vestida con falda y chaqueta, y unos tacones altísimos. Y maquillada, especialmente destacaban los labios brillantes, con un rosa llamativo. Joana es una mujer atractiva, con unos grandes ojos marrones, intensos, y desafiantes. Ahora también puedo decir que exuberante, con curvas, porque hoy sí que quedaban acentuadas por su ropa. Estaba espectacular, sexy.
Hoy los dos íbamos a juego, ya que yo habitualmente siempre voy con traje y corbata.
El destino hizo que de repente se parara el aire acondicionado. Joana no paraba de darle al mando y no consiguió arrancarlo. Eso hizo que se quitara la chaqueta. Y se quedó con una camisa blanca, entallada ...
... y que transparentaba su sujetador. A partir de aquí ya empecé a distraerme, y prestarle más atención a sus curvas que a sus palabras. Cuando escribía en la pizarra solo me fijaba en la larga melena morena colgándole por su espalda, su falda ajustada de color morado, sus caderas pronunciadas, en su culete redondo, sus largas piernas. Hasta el ruido del roce de sus medias me gustaba. Sin darme cuenta empecé a sentir una gran excitación, lo que se tradujo en una creciente erección. No sabía cómo sentarme para disimular, y que no se notara el bulto en el pantalón.
En el momento en que vino hacia mi silla para corregir mi ejercicio, se acercó a mí, se agachó, pude sentir su aroma, su perfume, y pude ver a través de su escote y de su colgante de acero brillante esos senos generosos, que ahora podía intuir con más claridad, y el límite de su blanco sujetador. No sé si lo hizo a propósito, pero me quedé absorto con su cercanía, paralizado.
—Julio, mira el papel, donde te has equivocado.
Volví a la realidad
—Joana, yo lo siento, no he podido evitar... Al acercarte, y…
No pude acabar la frase. Me encontré de pronto con que sus labios estaban impidiendo que pronunciara nada. Empezó un beso suave, lento, profundo, ardiente, húmedo y largo, mmm… Yo cada vez más lleno de deseo, Joana seguía sin prisa, acariciando mi pelo, y entrelazando su lengua con la mía.
De repente se separa, me coge de la corbata y me hace levantar, me quita la americana, despacio, y la deja caer. Me ...