Era una cálida y tranquila noche y yo me había preparado para ir de fiesta. Unos shorts, una camiseta de tirantes y unos tacones eran el look perfecto para esa noche. Iba preparada para una larga noche de fiesta en la que vería a uno de mis músicos preferidos, pero lo que no pensaba que fuera a pasar sería que haría algo con lo que siempre había fantaseado.
Comienza la noche muy tranquila y yo, como siempre, en primera fila. Ahí estaba él, haciendo lo que mejor sabía hacer y disfrutando con ello como un niño con su juguete nuevo. Yo lo empezaba a desear. Esos movimientos, esa ropa... Empezaba a subirme la temperatura. Enseguida se percató de mi presencia y empezó a echarme miradas sensuales que incitaban a hacer locuras. Durante todo el primer pase fue así y me subía mucho la temperatura.
Terminó el pase y me acerqué al escenario para verlo. No tardó en bajar a por mí. Me cogió de la mano y me llevó con él. ¿A dónde me llevaba? Caminamos unos minutos y llegamos al autobús de la orquesta. Enseguida abrió la puerta y me invitó a subir. Yo no sabía qué estaba pasando ni que hacía allí, pero no tardé en descubrirlo.
Me condujo a la parte trasera del autobús y poco a poco se acercó a mí y me empezó a besar y acariciar. No me podía resistir, así que me dejé llevar por la situación. Al momento estaba devolviéndole los besos y caricias que él me estaba dando. La temperatura subía y subía mientras la ropa caía por el autobús. Estábamos los dos en ropa interior y enseguida ...
... noté que él ya estaba empalmado. Poco a poco, deslicé mi mano por dentro de su bóxer, me agaché y empecé a jugar con su polla. Empecé a pasar mi lengua suavemente mientras la acariciaba con mi mano. Poco a poco fui animándome y empecé a chuparla. ¡Madre mía, qué polla!
Estuve un rato chupándosela mientras notaba como él disfrutaba de mi mamada. Pronto me cogió, me tumbó contra los asientos, me abrió de piernas y se perdió entre ellas. Poco a poco empezaba a sentir placer mientras sus dedos y su lengua se perdían entre mis piernas. No me podía contener, así que empecé a gemir suavemente mientras disfrutaba con él. No aguantábamos más y, después de un rato de oral, necesitábamos hacerlo. Quería sentirlo dentro de mí. Suavemente empezó a meterme su polla en mi coño mientras yo empezaba a sentir placer. Según pasaba el tiempo, la intensidad iba subiendo a la par que mis gemidos. Mientras tanto, sus manos se paseaban por mis pechos tranquilamente y su boca buscaba mis labios. Estábamos ardiendo en placer y disfrutamos juntos en varias posturas. Yo me había corrido tantas veces que ya no recordaba los orgasmos que había tenido, pero pronto tendría el último y más intenso orgasmo mientras sentía como mi culo se llenaba de semen y él tenía un intenso orgasmo a la vez.
Terminamos con una ración de besos, nos vestimos y, como si nada hubiera sucedido, salimos del autobús y nos fuimos a tomar algo. Pasado un rato, nos despedimos y subió a hacer su último pase mientras yo me ponía en ...