Estimados lectores, comencé buscando información en internet y contactarme con gente que hubiese atravesado situaciones como las que yo he pasado y finalmente termine leyendo relatos de la página, algunos divertidos, otros aburridos y algunos que me resultaron muy excitantes. Decidí entonces contarles mi testimonio fundamentalmente para recibir opiniones y consejos de mujeres que hayan pasado situaciones similares a la mía. Me llamo Gimena, tengo treinta años y estoy casada con Javier desde hace cinco, somos una pareja muy ardiente, que nos gusta fantasear mucho, pero siempre con respeto y fidelidad por el otro. Una mañana recibo el llamado de mi esposo diciéndome que a la noche quería invitar cenar a un viejo amigo suyo del colegio, que vivía en el interior y no veía hacía mucho tiempo.
Esa noche fue que conocí a Eduardo, desde el primer momento no me simpatizo mucho, un hombre grande, fornido un tanto hosco y que me miraba como te miran esos hombres por la calle cuando te están por decir alguna guarangada. Durante la cena ellos hablaron mucho de sus épocas de estudiantes y sus anécdotas. Se notaba que habían sido muy compinches en su juventud. Eduardo ahora vivía en el interior, pero acababa de divorciarse y había llegado a la capital para someterse a una serie de entrevistas en una importante empresa. Nos contó que aún no tenía organizado donde ni cómo iba a pasar la noche. Mientras yo servía el postre en la cocina Javier se me acerco y me pidió que lo invitásemos a ...
... Eduardo a pasar la noche en casa, que dormiría en la habitación que utilizábamos de estudio y no serían más de un par de noches hasta que se definiese su situación. Le dije que creía que nos íbamos a sentir un tanto incomodos, pero ante su insistencia acepte. Eduardo se puso muy contento al conocer nuestra invitación y ya más relajados al saber dónde pasaría la noche él, nos dedicamos a charlar y tomar unas copas conociéndonos mejor. Nosotros no somos de tomar pero siempre tenemos algunas bebidas fuertes por si se da tomar con algún invitado. Desinhibidos por el alcohol comenzamos a hablar más en confianza. Eduardo nos comentó que más allá de estar conforme con la separación de su esposa, la estaba extrañando mucho en el aspecto sexual ya que solían tener relaciones diariamente, nosotros lo cargamos diciendo que iba a tener que regresar a sus épocas de adolescente y que parecía una exageración eso de tener sexo todos los días. Finalmente nos fuimos a la cama, me sentía incomoda y rara a la vez al tener en casa un tipo que me miraba tan fijamente como si no le importara incomodarme. Estábamos hablando de eso con mi marido en el dormitorio, cuando tuve sed y baje a la cocina a tomar agua, me serví y cuando pase frente a la puerta del estudio vi la luz del velador encendida se me ocurrió mirar para ver si Eduardo se había quedado dormido con la luz prendida y lo que vi me congelo. Recostado en un sillón se estaba clavando terrible paja mirando una revista o algo así. Me quede ...