Me llamo Mirella, tengo 35 años, vivo en pareja, sin hijos. Con mi novio vinimos a España hace poco tiempo. Yo soy de tez oscura, delgada, cabello negro corto, mido un metro sesenta, soy informática, al igual que mi novio. En Perú de donde somos, la situación está muy dificil, por eso vinimos acá. Estámos en casa de un primo de mi novio, yo estoy dando clases particulares para ganar algún dinero. Cerca de donde vivo hay un gimnasio, y yo soy loca por el deporte. Hablé con mi novio y estuvo de acuerdo que empiece a ir. Como siempre cuando una es nueva en cualquier lugar, se siente extraña. El horario que mas me conviene es de mañana. Hay dos señoras, un señor mayor, y un hombre de mediana edad, y yo. Este señor es muy simpático, resulta que también es latino, de Argentina. Impresiona verlo, es muy ancho de pecho, unos brazos que parecen columnas, trabaja de vigilante de seguridad. Enseguida me empezo a ayudar, me explicaba los ejercicios, nos veíamos todos los días. Yo le dije a Facundo que así se llama mi amigo del gimnasio que estaba por dejar de ir, ya que mi novio y yo estábamos muy mal de dinero, no conseguíamos trabajo y yo con las clases particulares no me alcanzaba. A los dos días me dice Facundo si no me molestaba trabajar de noche, que en la empresa donde el hacia vigilancia, necesitaban una persona para la limpieza. Hablé con mi novio y le dije que sí, ya que él también estaba siempre de noche. Todas las mañanas me venía con Facundo en su coche, ya que salíamos a ...
... la misma hora. Nos empezamos a hacer cada vez más amigos, notaba que mi novio estaba un poco celoso, me controlaba el móvil, los horarios, eso me empezó a molestar mucho, ya que no le daba motivos. Una vez discutiendo, me dio una bofetada. Eso fue tremendo para mi, que me haya levantado la mano, no se lo iba a permitir. A la noche se lo comenté a Facundo, él quería hablar con mi novio, pero no lo dejé, «la próxima vez que te toque, lo agarro del cuello», dijo y me abraza. No se que hora sería, que me doblo un pie y me dolía, enseguida vino Facundo, me quitó el zapato, el calcetín y me empezó a masajear el pie. No era tan grave, ya no me dolía, pero me gustaba como me sobaba, «y si me hubiera echo daño en una pierna, me sobarias también?», le dije con mi pie entre sus manos, «según donde, te daría besitos como a los niños», me dijo besando mi pie. No solo que me gustó, sino que me dio un escalofrío. No dije nada, me puse el calcetin, el zapato y seguí haciendo mis cosas. Volvimos a casa a la mañana, pero mi novio ya no quiso que vuelva al gimnasio, notaba que estaba tan celoso que me dejaba ir al trabajo porque necesitamos el dinero. A la noche en el trabajo le dije a Facundo que no iría más al gimnasio, ya que mi novio se lo comían los celos, «como estas del pie?», me dijo sin dar importancia a lo que le había dicho, «bien», le dije, y fui al vestuario a cambiarme, «y por que seguís con un hombre así, que te anula como persona?», me dijo apoyando su mano contra el marco de la ...