Masaje especial
Fecha: 01/02/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Se la recomendó porque le había contado que estaba atravesando un mal momento con su marido, que hacía rato que no la tocaba y que discutían por cualquier cosa. No sabía si se iban a separar y estaba muy nerviosa por la situación, sobre todo por tratarse ella de una mujer que disfrutaba enormemente del sexo y no podía estar mucho tiempo sin hacer el amor.
Confió plenamente en las palabras de su amiga, a quien veía mucho mejor de ánimo (está separada y sin ningún pretendiente a la vista) desde que concurría a esas sesiones milagrosas y por ello había efectuado una reserva de turno con la terapeuta.
La propia masajista fue quien le abrió la puerta. Era una mujer de belleza normal, de estatura mediana, cabello largo (recogido atrás) negro y ensortijado. Tenía alrededor de 40 años.
El lugar era pequeño y estaba lleno de plantas y adornos, tenía una cocina angosta, un baño y el consultorio, donde apenas entraban la camilla, una mesita ratona y un perchero.
La profesional recibió la con un beso y la invitó a sentarse en el living mientras le servía café. Le preguntó acerca del problema que la aquejaba y que le recordara quién la había recomendado. Requirió información sobre su vida sexual, lo que la sorprendió pero igual contestó, invitándola luego a pasar a la sala de masajes indicándole que se sacara toda la ropa.
La mujer dudó un instante porque generalmente cuando le dieron masajes lo hicieron estando ella con la ropa interior puesta habiéndose sacado únicamente ...
... su corpiño, pero confió en la terapeuta y se desnudó completamente. La profesional la hizo acostar boca abajo y comenzó a masajearle el cuello y la espalda de tal modo que pronto empezó a relajarse. Continuó luego por las piernas, desde los pies hacia arriba, deteniéndose en la cola. Sobre ésta realizó unos movimientos especiales de abajo hacia arriba para evitarle -según le aclaró- que la piel se le ponga fláccida.
Percibió que esos masajes le provocaban una extraña sensación, ya que al separarle las piernas se le movían los labios vaginales y el clítoris rozaba suavemente la tela de la camilla, produciéndole un gozo que no podía evitar. Comenzó a sentir las vibraciones que preanunciaban un orgasmo y se sintió feliz.
La terapeuta percibió el estado de la paciente y aceleró los movimientos logrando que ésta acabara mientras exhalaba un profundo suspiro. Luego de un instante de relax, le pidió que se diera vuelta y comenzó nuevamente a masajearle las piernas, pero ahora por delante.
Cuando notó que se acercaba a su entrepierna la mujer se sintió perturbada porque los dedos de la masajista pasaban muy cerca de su preciado tesoro. La profesional, que es toda una especialista, rodeaba sus partes íntimas sin siquiera tocárselas, rumbeando primero hacia su vientre y luego hacia sus pechos, sugiriéndole, no obstante hallarlos bastante firmes pese a su gran tamaño, pasarle un crema especial mostrándole el movimiento. Los pezones se le endurecieron rápidamente. La terapeuta ...