Por amor a la familia (día cinco - parte tres): La oficina
Fecha: 30/01/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: lesliefer, Fuente: CuentoRelatos
Transitamos alrededor de unos 15 minutos, hacia el centro de la ciudad, entramos en un estacionamiento subterráneo, yo no tenía ni idea de a dónde íbamos y no me interesaba saberlo, estaba disfrutando tanto esta nueva libertad. Se estaciono, bajo del auto y me abrió la puerta, extendió su mano como un príncipe de cuentos para ayudarme, la tome, gire mi cuerpo con cuidado con mis piernas juntas y baje del auto, cerró la puerta, me tomo del hombro mientras caminábamos y subimos al elevador, al abrirse las puertas vi mucha gente, eran oficinas, caminamos por un amplio pasillo mientras la gente saludaba a mi tío. Entramos en un área cerrada y privada, dentro estaban un par de personas a las cuales mi tío saludo por su apellido, le contestaron el saludo muy amables, pero su mirada se fue directamente hacia mí, era hilarante ver como no podían disimular verme, uno de ellos le pregunta: “es su hija, licenciado?” A lo que él contesta: “así es, no alcanzo a llegar a la escuela la flojita, así que va a tener que aburrirse un rato aquí conmigo, verdad Pamelita?” Yo solo asentí con la cabeza y todos me sonreían amablemente, yo me sentía apenada; el otro individuo luchaba por disimular su mirada hacia mi falda y piernas. Entramos a una segunda oficina, al parecer el despacho privado de mi tío. Como todo jefe, me pidió que me sentara en una silla cómoda de escritorio, de esas que giran, fui a ella y me senté con total feminidad, pero tome una postura más informal, con las rodillas juntas ...
... y algo recostada, podía sentir mi miembro ahora inútil presionado por mi cuerpo y las prendas. Tomé unas revistas que estaban sobre el escritorio y me puse a leer mientras el atendía a unas personas que en ese momento habían entrado.
Comencé a aburrirme, tomaba una revista, después otra, un libro, veía por la ventana, cruzaba una pierna, cruzaba la otra, giraba en la silla, el tiempo era lento. Pero toda la gente me veía, la gente que entraba ahí con él, sus asistentes, incluso la secretaria de otra persona que fue a pedir unos papeles, pero principalmente uno de sus asistentes que no eran muy grandes, de unos 25 a 30 años, entraba y salía de la oficina en demasía yo sentía que buscaban el pretexto para verme, cada vez que entraban me sonreían o me hacían comentarios casuales. Mi tío pidió a uno de ellos que me trajera por favor algo de beber, yo sintiéndome niña mimada, le pedí una malteada. Cuando oyeron mi petición, todos rieron, a lo cual mi tío dijo mientras sonreía juguetonamente: “niñas…” el asistente salió y la rutina de la oficina siguió igual. Cuando mi tío estaba sin atender gente, estaba metido en sus escritos o en la computadora. Pasaron unos 15 minutos y el asistente regreso con la malteada, me la entrego con muchos nervios, podía verlo y sentirlo, comencé a beber del popote mientras lo veía a los ojos y giraba levemente en la silla. Era maravilloso ver como quedaba pintado con mi labial en el popote, había visto eso en las chicas, y ahora lo veía en mí. Me ...