Don Carlos estaba sentado en el amplio solar de su casa leyendo un libro que acababa de comprar, el silencio de la apacible casa fue interrumpido por la llegada de una moto de alto cilindraje, del ruidoso vehículo se bajaron dos jóvenes y una chica, subiendo un poco losojos de las gafas para leer pudo distinguir que era su hijo Jaime y su nuera Alicia, con ellos venía Adrianita su nieta, los recién llegados se dirigieron a Don Carlos y después de saludarlo bajaron un pequeño maletín y se metieron a la casa, Adriana se vino a saludar al abuelo, era un niña llegando ya a la juventud, en su rostro se pintaba la picardía y la malicia, sabía que su abuelo era demasiado serio y que no le gustaba que lo interrumpieran cuando estaba haciendo algo, pero ella le gustaba picarle la lengua y hacerlo rabiar un poco…con su voz melosa lo abrazó y dándole un beso en la mejilla le dijo en un tono muy sensual que estaba muy guapo…el viejo la miró por encima de las gafas y le expresó que lo dejara leer tranquilo…Adriana le sacó la lengua y le contestó que se iba aquedar con él…que le iba a demostrar que cambiaria ese libro por sus caricias…Don Carlos frunció los hombros y siguió leyendo… Jaime y Alicia entraron a la casa y saludaron a doña Sara, era una mujer de unos cuarenta y tantos años, a pesar de su edad su figura era garbosa, alta y elegante, aunque estaba en una casa campestre estaba muy arreglada y su vestido sencillo se ajustaba a su silueta resaltando sus caderas, los senos turgentes ...
... y su trasero grande y firme…a diferencia de su marido doña Sara era muy charlatana, locuaz e inteligente, los mandó a sentar y les ofreció un refrigerio, después de una breve charla su hijo le comentó que tenían que hacer una diligencia a un pueblo cercano y por este motivo le iban a pedir el favor que cuidara a Adrianita…doña Sara asintió y los apresurados viajeros siguieron su camino. Don Carlos era pensionado, su vida había transcurrido entre la academia y algunos empleos en el gobierno, era meticuloso en sus cosas, ordenado a morir y todo lo que llevara a la indisciplina le molestaba, hacía rato no hacía vida marital con su mujer y dormía en un cuarto aparte, Doña Sara se entretenía en labores domésticas y arreglando su jardín…estrictamente se hablaban lo necesario pues la verdad no tenían temas que charlar…todo era tan rutinario que las actividades de cada uno de los dos se podían predecir sin temor a equivocarse…pero…toda esa armonía y quietud estaban próximas a terminar…un pequeño diablillo llamado Adriana pondría todo patas arriba… Adriana era una niña hiperactiva… no podía estar quieta, cuestionaba todo, quería saber el porqué de las cosas, el medio donde había crecido era de un libertinaje muy permisivo, sus padres eran medio hippies y dentro de esa filosofía de vida habían pocos temas vedados, se hablaba muy explícitamente sin palabras rebuscadas, el vestuario sobre todo en casa era opcional, no tenía horarios y la disciplina y el orden eran temas ignorados…y en el ...