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Alexia
Fecha: 23/01/2018, Categorías: Bisexuales Autor: Pzonito, Fuente: CuentoRelatos
... ciertamente no nos importaba nada y ya atisbábamos en nuestros cuerpos el crecimiento del deseo y la necesidad de su culminación. Di un paso más cuándo le pedí que me mostrara un pecho, me dijo que si me había vuelto loco, pero lo hizo y contraatacó con la petición de que liberara mi miembro debajo del ya muy socorrido mantel, acepté y ella me dejó fuera de combate con su siguiente movimiento, se agachó a recoger un cubierto que previamente había tirado debajo de la mesa y aprovecho para facilitarme una intensa caricia. Obviamente estos hechos no pasaron desapercibidos a los clientes del restaurant que no nos quitaban ojo sin ya ningún disimulo y a nuestro camarero que acudió presto a sustituir el infortunado cubierto que tuvo que besar el suelo. La situación se tornó tremendamente morbosa y no conseguía relajar mi miembro para devolverlo a un lugar más púdico dentro de mis pantalones. Intenté equilibrar y le pedí el tanga pensando que se acobardaría. Fui un iluso, en 2 minutos lo tuve en mi miembro tras una breve y certera maniobra suya. Finalmente la llegada del postre y de los carajillos de crema de whisky relajó mi tumescencia y me permitió recoger mi entrepierna a un nivel de pudor adecuado al espacio público que ocupábamos, aunque mi cabeza y mi deseo no me daban tregua. Le propuse algo… : ir al lavabo juntos y ella accedió, tras pagar el fantástico festín nos dirigimos al servicio en una maniobra que fue evidente para todo el mundo, nada más entrar, me arrastró ...
... al cuarto de mujeres, cerró y mientras me metía la lengua hasta la campanilla su experta mano liberó de nuevo mi otra vez erecto pene e inicio un enérgico masaje que me hizo gemir de lo lindo. No me conforme con ser el objeto y liberé sus pechos a los que empecé a masajear y pellizcar como un poseso. Por supuesto no acabo el tema de esta guisa, ella se agachó e inició una magnífica felación, yo gozaba extraordinariamente pero unos inoportunos toques en la puerta del wc interrumpieron el momento. Nos recompusimos como pudimos, salimos con la cabeza gacha evitando mantener la mirada de una señora mayor y del gerente del restaurante que se hallaba presente también. No entiendo demasiado bien el cabreo e indignación de algunas personas por estos placenteros momentos que nos concede la vida, ignoro si es por convicciones morales o quizás y más probablemente por envidia de no ser el protagonista de similares placenteros encuentros. Abandonamos el local con celeridad aunque sin pizca de vergüenza, creo que el deseo nos impulsó a salir y buscar nuestros labios y nuestros cuerpos nada más cruzar el umbral. Sin apenas mirar giramos a la derecha y encontramos el hueco de la entrada de un parking que tenía un pequeño recodo donde nos reencontramos con el hambre de nuestros cuerpos. Supongo que el alcohol y la interrupción del lavabo había enervado nuestros cuerpos y ya no reparamos en nada, tan solo buscábamos la satisfacción. La giré y la puse mirando a la pared, le liberé los ...