1. Padre e hija: noche de sexo oral y condones.


    Fecha: 22/01/2018, Categorías: Incesto Autor: LadyClarisa, Fuente: SexoSinTabues

    ... los labios. Era costumbre suya. Después de dejarle ese regalo, me salí de su habitación y me fui en dirección a mi cuarto para… bueno, tocarme. Sí. Alguna clase de extraña emoción se había disparado en mi mente luego de ver esa revista porno e imaginarme a cinco niñas de no más de trece años mirando con curiosidad todas esas posiciones sexuales. Mi hija entre ellas. Luego de aquella efímera masturbación, bajé para arreglar la cocina y lavar los trastes. También metí algo de ropa a la lavadora para adelantar la colada de mañana. Limpié muebles y ordené las fotos de mi esposa, que estaban en retratos dentro de unas repisas. —Prométeme que le enseñarás de todo a nuestra hija —susurré las mismas palabras que ella había dicho antes de partir. Suspirando, subí hacia el baño para relajarme en la tina. Una media hora más tarde, envuelto sólo con una toalla alrededor de la cintura, decidí entrar al cuarto de Verónica para recuperar la revista. No obstante, antes de poder pasar, oí sus risas al otro lado de la puerta. Al asomarme por una rendija, la vi ojeando la revista. Estaba sobre su cama, todavía envuelta con la toalla y mirando con sonrisas de ingenuidad infantil aquellas imágenes poco ortodoxas para su edad. Y de alguna manera, me emocionó verla. El pelo ralo le caía a los lados de la cabeza. Era de un color muy negro y lacio. La piel de alabastro que recorría cada centímetro de su candorosa anatomía me recordaba tanto al satén, que me fue imposible no imaginarme ...
    ... recorriéndola a besos. Entré al cuarto para sorprenderla. Verónica se quedó congelada y su cara de inmediato adquirió la tonalidad de una manzana madura. —¿Qué estás leyendo, princesa? —le pregunté, fingiendo que no lo sabía. Ella cubrió la revista con las manos. —¡Nada! —Anda, déjame ver. —¡No! Me senté a su lado. La revista estaba debajo de ella y me miraba con ojitos de culpa. Yo sonreí y sacudí la cabeza para que el agua de la ducha le pringara en la cara. ella rio, y aproveché ese segundo de distracción para meter la mano bajo su torso y quitarle la revista. —¡Oye! —exclamó ella. —Mmm. Verónica ¿qué haces leyendo estás cosas? —lo dije con la menor muestra de enojo posible. Había leído que quitarles a los niños la curiosidad podría ser malo para ella. Mi nena me observó, sonrojada. —Sólo… Adriana la trajo y… estaba mirando. —¿Te gusta lo que aparece aquí? Riendo nerviosa, asintió. Ojeé la revista, aunque ya la había visto antes. —¿Sabes lo que están haciendo? —le pregunté. Ella se sentó a mi lado. La toalla se le estaba resbalando. —Sexo —fue su inocente palabra. Oírla en la voz de una niña de su edad me produjo un escalofrío incorrecto. Tragué saliva. —Sí. Sexo. ¿Has leído sobre eso en la escuela? Asintió, y entonces, con cautela, señaló una de las fotos. Era de una mujer chupando un pene hasta el fondo de su garganta. —Esto… ¿qué es? —Se llama felación —aclaré, avergonzado y con mi cuerpo cediendo a un impulso que no debería ser nombrado jamás. Por alguna razón, no pude dejar de ...
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