Aquella mañana de miércoles acabada de regresar del gimnasio y según entraba en casa, me había llamado una de mis múltiples follamigas que quería joder conmigo en su casa.Me habían hablado de una sex-shop grande que estaba en las afueras de la ciudad y que vendían todo tipo de productos relacionados con el sexo, por muy raros, curiosos y estrambóticos que fuesen. Antes me informé de donde estaba sex-shop y si tenía web y ver tangas de hombre, ya que esta puta puerca era muy jodidamente fetichista y le daba morbo vestirse de fulana de burdel del oeste y eso le excitaba y que el tío que se tirase, debía llevar tanga, porque así le daba ilusión de que ella se estaba tirando a un actor porno o a un gigoló.Vi algunos que me llamaron la atención y apunté sus nombres, color y referencias para que no se me olvidasen, y que a buen seguro terminaría eligiendo al menos uno de ellos.Cogí el coche en dirección a ese centro comercial y puse música para entonarme. Al llegar allí había mucho bullicio, pese a que era un día entre semana, allí había cuatro pisos.Estuve dando un garbeo para ver y observar las tiendas por el personal y tratar de ligar con alguna dependienta, pues ya lo había conseguido un par de veces, ya que las noté un poco cachondonas, libertinas y salidorras.Después de meterme en las de ropa de caballero, en las de deporte y en las de ropa interior y dar mil vueltas y ver otras menudencias y zarandajas, opté por ir a ver lo que había ido a comprar.Pregunté y miré en el ...
... plano del centro comercial y vi que estaba en la segunda planta, posiblemente la hubiera visto antes, pero como iba distraído y pensando en otras cosas ni me fijé.Llevé mis pasos hacia la sex-shop y al entrar me di cuenta, de que efectivamente, era tan grande como me habían comunicado.Pregunté a una señorita por los tangas de hombre y ella me indicó la zona donde los tenían.Dentro de la tienda, había varias dependientas, ya que según me había dicho esta última, el dueño del negocio quería que todas fueran mujer.En la zona de venta de tangas una señorita de una edad en torno a los 30, rubia, con unos pendientes de plata aplastados, muy tentadora, buenas tetas, un atractivo culo y un modelito ceñido color negro con finas rayas horizontales blancas y unos negros zapatos de tacón de aguja con puntera redondeada. En la parte de las tetas, era gris con unas cintas blancas que le daba un aspecto más morboso.—Buenas tardes, ¿que desea? —expresó la dependienta.—buenas, quiero unos tangas de hombre, que este fin de semana voy a tener sexo con una follamiga muy golfa y quisiera unos que fueran procaces, lascivos y muy obscenos —expresé yo.—Aquí tenemos muchos modelos, puede elegir algunos y luego llevarse el que Ud. mas guste o desee —expuso la dependienta.—¿me los podría mirar por referencia? —interrogué yo.—si Ud. me dice cuales, yo los miraré en el ordenador y se los sacaré —declaró la dependienta.—de acuerdo —enuncié yo.Esta pequeña conversación me estaba poniendo caliente y cachondo, ...