Tarjetas black (Parte 2)
Fecha: 19/12/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... miembro hasta donde pudo. Siempre se le había dado bien. Con la boca llena, Anna variaba de técnica. Unas veces chupaba ruidosamente el capullo como si se tratase de un Chupa-Chups, otras sacaba la lengua por debajo, otras movía la cabeza en círculos como había visto hacer a su prima, unas veces le lamía los huevos y otras frotaba con fuerza en el frenillo como le había enseñado el marido de una vecina entre los coches del garaje, y claro, de vez en cuando devoraba entero el pollón del muchacho como exigía siempre su amante el subcomisario.
Roberto pronto sintió envidia. Equivocadamente había pensado que aquella señora sería una nulidad en la cama. En cambio, se mostraba tan desinhibida y ávida de sexo como una hembra joven con su primer novio.
Los gemidos del chico evidenciaban que la mujer sabía mamarla. Sin lugar a dudas, aquella habilidad era fruto de experiencia. Como ella misma se había burlado una vez, “Ninguna mujer nace enseñada, todas debemos aprender”, y ella había practicado bastante desde que se la chupo a su primer chico en las escaleras de casa de sus padres. De hecho, cuando Anna cumplió los cuarenta hizo el cálculo, a una por semana habría hecho unas tres mil mamadas y bebido un litro y medio de semen.
Anna miraba a los ojos del muchacho cuya verga engullía, a algunos hombres les gusta mucho. Sabe más una Diabla por vieja, que por Diabla. La mujer estaba tan concentrada en hacerle a aquel chico la mejor mamada de su vida que no se dio cuenta ...
... de que Roberto estaba ahora de pie junto a la cama. En contraste con ellos dos continuaba elegantemente vestido con la camisa y el pantalón de traje, salvo por un detalle, llevaba su polla fuera a través de la cremallera del pantalón. De repente Anna se percató de su presencia.
― ¿Es que no veías bien desde el sillón? ―le dijo burlona, sin dejar de menear la polla del chico.
Roberto no contestó.
― ¡Vaya pistolón! ¡Seguro que asustas a las niñas! ―bromeó Anna.
― No te creas ―contestó Roberto― Las señoritas de hoy son tan remilgadas como las de antes cuando les apetece comerse una polla... ni tampoco las mamás modernas tenéis el culo tan cerrado como las de antaño.
Aquella afirmación dibujo una sonrisa en la cara de Anna, hacía poco surgió el tema en el grupo de amigas y vecinas con quién salía a caminar. Volvió a su sabrosa tarea. Se había propuesto hacer que el muchacho se corriese precipitadamente pero el miembro de aquel chico resistía más de lo previsto. Cuando de pronto, el muchacho la tomó por la melena y con un golpe de cadera la penetró oralmente hasta casi dejarla sin respiración… Pasaron unos segundos eternos y al sentir que se ahogaba, Anna puso sus manos sobre el vientre del chico hasta apartarse de aquel pollón matador. Ambos se miraron a los ojos, los de ella de enfado, los de él de satisfacción. Muy cabreada, la señora cogió al muchacho por los huevos, y le advirtió. ― ¡No vuelvas a hacer eso! ¡¡¿Entendido?!!
― ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ―echó a reír ...