C. E. S.
Fecha: 27/11/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... rasurado, lo que podía observarse porque, sentada en una butaca con una pierna descansando sobre uno de sus brazos, lo mostraba en su totalidad.
La del penacho rubio en el pubis me hizo señas de que entrara con una mano, mientras el dedo índice de la otra me conminaba a guardar silencio. Me detuve en el centro de la habitación, sin saber muy bien qué hacer. Sólo mi pene totalmente erecto parecía reaccionar adecuadamente a la vista de aquel conjunto de cuerpos femeninos.
Las dos que estaban sentadas se levantaron, y me vi rodeado por todas. Muy despacio, la más rellenita comenzó a desabrochar los botones de mi camisa. Probé tentativamente a acariciar sus pechos, sin asomo de oposición por su parte. Después, turnándose las tres, me fueron despojando de toda mi ropa, hasta dejarme totalmente desnudo, mi verga completamente horizontal.
Entretanto, mis manos recorrían alternativamente la entrepierna de una, los senos de otra, el trasero de la tercera... y ellas me dejaban hacer, en completo silencio, con una sonrisa en sus caras pintadas.
Intenté abrazar a la del penacho rubio en el coñito, pero se desasió de mis manos, sin perder la sonrisa. Ella y la rellenita que primero había empezado a desnudarme, volvieron a sentarse, dejándome a solas con la morena escultural que, no sólo no rehuyó mi abrazo, sino que puso sus manos en mis nalgas, prestándose con la boca entreabierta a mi hambriento beso.
Mientras mi lengua recorría golosa el interior de su boca, pude ...
... observar como las otras dos, sentadas en sendas butacas, las piernas encogidas y las rodillas separadas, se masturbaban lentamente, mientras sus manos masajeaban sus propios pechos, y sus dedos pellizcaban los pezones enhiestos.
Durante unos minutos, acaricié todo el hermoso cuerpo que tenía ante mí, mientras mi boca seguía unida a la de mi compañera sexual, separándose de ella sólo para morder ligeramente sus jugosos labios. Luego, fue mi lengua la que siguió recorriendo todo aquel maravilloso cuerpo de piel sedosa. Al fondo, continuaba la doble masturbación, acompañada de suspiros de placer y suaves jadeos que iban "in crescendo" a medida que sus húmedas vulvas eran excitadas por el continuo roce de las manos. La rellenita tenía varios dedos introducidos en su vagina, y movía su mano haciéndolos entrar y salir, cada vez más rápido.
Mi compañera tomó un cojín de uno de los sofás, utilizándolo como almohada para tenderse boca arriba en la alfombra. Me cogió de las manos, obligándome a tumbarme también. Separó las piernas, los ojos cerrados, mientras se masajeaba los pechos henchidos. Yo entendí perfectamente la invitación, y me dediqué a lamer los pliegues interiores de su vulva, mientras uno de mis dedos se introducía en su cálido conducto del placer.
No tardó demasiado en sentir un intenso orgasmo, denotado por sus excitados jadeos, y las contracciones de sus piernas y caderas. Detrás de mí, percibí por las respiraciones entrecortadas de las otras dos mujeres, que ellas ...