1. El calvario de Luciana (4)


    Fecha: 27/11/2017, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... les vas a encantar… -dijo Emilia que luego fue bajando lentamente entre besos y lamidas por el cuerpo de la chica hasta dar con su boca en el nidito empapadísimo, cuyos fluidos lamió y bebió para después volver a meter dos dedos y aplicarse a trabajar el clítoris con su lengua y sus labios, provocando en Luciana una alternancia de jadeos, gemidos y, ya cerca del clímax, varios gritos que daban cuenta del intenso placer que estaba sintiendo. Emilia quitó los dedos y sin interrumpir su tarea con el clítoris metió uno de ellos en el culito de la joven, lentamente, con suavidad que no obedecía a la consideración, ni mucho menos, sino a la necesidad de habituar esa zona a gozar con la penetración. Luciana corcoveó un poco al sentir ese cuerpo extraño dentro de su ano, pero pronto pareció estar disfrutando a juzgar por el movimiento de sus caderas que acompasaban el ir y venir del dedo invasor. Después de un rato de trabajar el muy apetecible culito volvió a meter dos dedos en la conchita, apresuró el ritmo y segundos después su presa explotaba en el orgasmo, entre gritos y convulsiones mientras la proxeneta se decía que aquella hembrita era, sin duda, el mejor ejemplar que había tenido en cinco años de actividad. “No sólo es la más bella sino también la más calentona, la más ardiente y qué bien la trabajo Mónica. Su cerebro es el de un animalito amaestrado.” –pensó e inmediatamente quiso una prueba más de la obediencia ciega de Luciana. Volvió a meter dos dedos en la concha y ...
    ... los sacó empapados. Los acercó a la cara de la chica, que iba normalizando lentamente su respiración y le ordenó que abriera la boca. Luciana obedeció sin vacilar y Emilia le metió en ella los dos dedos.
    
    -Chupá, perrita, chupá.
    
    Luciana volvió a obedecer y al principio se dibujó en su rostro un gesto de asco, pero debía ser obediente y siguió sorbiendo hasta que pareció acostumbrada al sabor de esa sustancia y su cara recobró la expresión serena y algo atontada de siempre.
    
    Emilia le tomó el rostro entre sus manos y sonrió satisfecha. Luego se tendió de espaldas junto a Luciana, encogió las piernas y le ordenó que se arrodillara entre ellas:
    
    -Quiero que me hagas lo que yo te hice y te gustó tanto, pichona… Vamos.
    
    La jovencita acercó su mano derecha a la concha de Emilia y metió allí dos dedos: el medio y el índice y mientras los hacía avanzar y retroceder en esa cavidad que era un río de flujo y mientras se inclinaba en busca del objetivo dijo:
    
    -Soy una perrita en celo todo el tiempo para mi placer y para el placer de todos los hombres y mujeres con quienes vas a estar.
    
    -¡¡¡SÍIIIIIIIIIIIIIIII!!! –gritó Emilia en el paroxismo del goce ante tamaña muestra de sometimiento por parte de su presa y exhaló un largo y fuerte gemido cuando esa lengua comenzó a trabajar en su clítoris. Se puso entonces a acariciarse las tetas, a jugar con sus pezones y era tal la excitación que la invadía que no tardó en alcanzar el orgasmo, un orgasmo que iba a recordar durante mucho ...
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