Buenos Aires I - Relatos Eróticos

Buenos Aires I

... tengo un nuevo café favorito en Buenos Aires. - dije, con el corazón en la mano.
- No sabés cuánto me alegro de que te haya gustado. - me dijo risueña - ¿Gonzalo? - preguntó, con mirada algo confundida.
-Dime.
- ¿Vas a revelar otro rollo hoy, no?
- Eso pretendo, ya lo gasté completo.
- Bueno, te quería decir que mi viejo no estará hasta en una semana al menos. Los problemas en el laboratorio de Mendoza lo dejaron estancado allá. Te quería pedir un favor enorme.
- Lo que quieras - dije, sin pensar que sonó un poco arrebatado.
- Bueno... Verás, mi padre y yo somos los únicos que manejamos la tienda y esta semana es muy turística aquí en Buenos Aires. Voy a tener una demanda altísima y estaré sola.
- Lamento oír eso. ¿No conoces a alguien que pueda ayudar?
- Sí, y está en frente mío.
- Espera... ¿Qué?
- Necesito solamente que recibas y entregues los pedidos y atiendas en el mesón de ventas. Te pagaremos lo mismo que me pagan a mi por cubrir por la semana, además de plata para almuerzo y tres rollos Portra 400 gratis.

Creo que rara vez había recibido una invitación más idílica que la actual, y por supuesto, acepté de inmediato.
- He trabajado en ventas y sé harto de este rubro, así que no te fallaré - le dije, confiado.
- Genial. Vamos al lab entonces.
- ¿Ahora? Pregunté con sorpresa.
- Ahora, necesito un reemplazo desde ya.
- Vamos entonces.

Cuando llegamos al local, me explicó donde estaba todo y como funcionaba la máquina para cobrar con el sistema de ...

... tarjetas y el registro de pedidos. Por supuesto, yo estaba más concentrado en las cámaras viejas que veía tiradas por ahí y en la mirada concentrada de Vale cuando me explicaba algo. Además, cada vez que levantaba el brazo y lo agitaba apuntando hacia algo, sus senos hacían un mamboleo sutil y lindo de ver. Terminamos la inducción y me puse a trabajar, mientras Vale hizo lo mismo pero dentro del cuarto de revelado. Ella se dedicaba a revelar los rollos y hacer las ampliaciones.

A medio día, Vale me dijo que ya era hora de almuerzo, por lo que cerramos. Me di cuenta de que cerró por dentro, por lo que asumí que traía almuerzo. 

- Tengo de sobra, por si querés. Disculpa porque todo sea tan rápido e improvisado hoy, podés ir a comer a otro lado, te doy plata - me dijo. 
- No, tranquila, estoy bien. Aceptaré tu oferta. ¿Qué tienes ahí? - le dije, apuntando con la mirada hacia su comida. 
- Una lasaña que hice ayer. Está buenísima. 
- Veremos - dije con cara de burla. 
- Soy la gran cocinera, eh. No vengás con burlas o te quedás sin trabajo - me dijo con tono juguetón. 
- Está bien, jefa. 
- Así me gusta. 

Pasó el rato y hablamos de nuestras vidas. Vale me contó que su mamá murió cuando era chica y que este laboratorio era su mejor recuerdo de ella, ya que era la compañera fotógrafa de su viejo. Los dos trabajaban de reporteros para un diario argentino bien importante cuando se conocieron. Recordaba haber viajado mucho en su infancia, por temas de trabajo de sus ...