Mamá en el tren
Fecha: 04/11/2017,
Categorías:
Anal
Autor: Jullietta, Fuente: CuentoRelatos
... en sus sienes, pero conservaba una ligera rebeldía en sus pequeñas ondulaciones, que le daban un aire favorecedor en gran medida. Seguí el recorrido, lo confieso, deteniéndome también en alguna que otra joven que me daba cierta envidia. Con los cabellos sueltos, y perfumadas. Libres, sin niños, y muchos varones. Algunos con cierto aire descuidado. En ese tipo de trayectos, se ve de todo…
Cuando volví a mirar enfrente, mi atento caballero ya no estaba. Vaya, pensé, ya se habrá bajado. Y es que, en cada parada, era un revuelo de gente subiendo más que bajando. Además, el convoy iba más que lento. Me agobiaba. Y la presión ya era asfixiante. Afortunadamente habían subido el nivel del aire acondicionado.
La gente de atrás, me apretaba tanto, que sentía la barra del cochecito clavarse en mi estómago.
Me giré un poco para observar y pude ver de nuevo a “mi caballero” colocado justo detrás de mí. Se me escapó una sonrisa mirándole, y él me dirigió unas palabras:
-“Intentaré mantener un hueco para que respires”-
Le respondí de inmediato, sin pensar en cómo se podía tomar las palabras. Pero sin intencionalidad. No estaba en mi pensamiento nada de lo que iba a suceder.
-“Tranquilo, ya veo que cometí una torpeza utilizando precisamente hoy este medio de transporte”-
-“Nunca se sabe”- me respondió al tiempo que con una de sus manos se agarraba a una barra vertical cercana.
Me volví a mirar a mi hijo. Seguía dormido, a pesar del “calvario”. Menos mal.
Fue a ...
... partir de ese momento cuando empezó a suceder todo. Primero, mucha más presión en mi espalda. En mis nalgas… mmmm y un roce ya descarado. Que me hizo despertar un deseo.
¿Y si me dejara?
Movimientos seguros, acertados. La palma de una mano que solo la separaba de mis nalgas la fina tela de la falda. Seguido de un cierto movimiento de esos dedos extendidos, abrazando mis curvas traseras.
Me gustaba. Estaba más cerca su cuerpo, y su cara. Podía oler su perfume, varonil, elegante, y también los pliegues de sus dedos uniformemente sobre la tela de la falda, levantándola.
Uff, me estaba poniendo a cien, a mil casi ya me encontraba.
El contacto de su piel sobre mis nalgas, me hizo acercarme todavía más a él, clavarme en su mano, y sentir como sus dedos, hurgaban con maestría entre mis piernas.
Las separé un poco, para facilitar si cabe la entrada. Estaba muy excitada. Un hombre me estaba buscando, hurgando en medio de la multitud. Me tocaba. Y me gustaba. Lo quería. Me hacía sentir mujer, y deseada. Volaron todos mis pensamientos críticos con respecto a mi físico. Seguro que a un hombre así no le faltaban oportunidades, y me había escogido a mí. Entre todas aquellas mujeres que también llenaban la plataforma. Jóvenes, menos jóvenes, altas, morenas y rubias, me había escogido a mí. Y me excitaba.
Fue entonces cuando, al sentir su otra mano abriéndose paso por debajo de la rebeca, hacia mi axila, e iniciar el intento de entrar por el hueco del generoso tirante en ...