Fantasía con el mecánico
Fecha: 23/03/2021,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Susana, Fuente: CuentoRelatos
... Enseguida dejé mi cerveza y, sin dejar de mirarlo a los ojos, le puse mi mano sobre el paquete y con una voz sugerente y pasando mi lengua por los labios, le dije: " déjame hacer".
Estaba duro como una piedra y parecía muy grande. Él se mantenía pasivo, quizás no creyéndose que estuviese viviendo algo que parecía salido de una peli porno. Yo seguía acariciándolo y cogiendo una mano suya se la puse en mis pechos. Mi blusa quedó negra enseguida y él no se cortó en estrujarlas mientras yo iba abriendo su bragueta y liberando ese trozo de carne que tantas ganas de metérmelo en la boca tenía. Me arrodillé y besé su verga que apuntaba al cielo, estaba tiesa como un palo y aquello me decía que iba a soltar mucha leche. Pasé primero la punta de mi lengua por su glande, haciendo círculos y luego recorriéndola de arriba abajo, mordisqueando sus huevos. Luego, cuando ya empezaron a fluir sus primeras gotitas que tan ricas saben, la fui tragando poco a poco, apretando con mis labios y lamiendo con la lengua hasta que me la metí hasta donde pude y el empezó a moverse, me estaba follando por la boca mientras me iba engrasando el pelo al marcarme el ritmo. Gemía sin control y empezaba a ser un poco bruto, pero paró y empezó de nuevo despacio y fue acelerando de nuevo. La verdad es que se hizo con el control enseguida y poco me quedó a mí de elección hasta el final.
Volvió a parar y me levantó. Me quitó la blusa mientras yo le bajaba el mono hasta la cintura descubriendo un torso muy ...
... bonito y se lanzó sobre mis tetas que lamió, mordisqueó y sobó a conciencia mientras sus manos me seguían machando y excitando más y más. Se colaron por debajo de la faldita para estrujarme las nalgas y yo le pajeaba. Y él se iba agachando, besando mi barriga, deteniéndose en el ombligo mientras sus manos ennegrecían mis tetas y yo al verlas me ponía más caliente. Me arrancó el cierre de la falda y la tiró, me miró desde mi entrepierna y me dijo: "ya verás lo que hago con tu conejito". Me quitó el colaléss y hundió su boca en mi conchita húmeda y se la tragó enterita, la lamía con maestría el cabrón, pellizcaba mi clítoris con sus labios, su lengua entraba y salía de mi vagina y yo me estremecía. Verlo a mis pies, dándome ese placer, con mi cuerpo lleno de manchas negras provocó que notase como mis muslos temblaban cada vez más, como se contraía mi cuerpo en lo que se anunciaba un orgasmo fantástico que pronto llegó mientras el no paraba de chupar, de succionar y de lamer.
Lo aparté un poco y el me tumbó sobre el coche, me abrió las piernas todo lo que pudo y dirigió su verga directamente a mi conejo, la apoyó en la entrada y muy lentamente la fue metiendo hasta el final. Estaba en la gloria y el empezó a a follarme como solo los machos saben hacerlo: con una energía brutal, metiendo y sacándola con fuerza, oyendo el chof-chof que provocaban mis jugos y el golpear de sus pelotas contra mi cuerpo. Me agarraba las piernas para que estuvieran bien separadas y no quitaba la ...