Cómo me cogí a tu madre
Fecha: 21/02/2021,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... noche. Regresaba de haber ido a la tienda ¡...y tómala! Que la veo despidiéndose de beso cachondo con el taxista. Ella se dio cuenta de que los estaba viendo así que me hice el disimulado.
Luego... no sé, pero los días siguientes me pareció especialmente cariñosa conmigo. Me hice a la idea de que quería congraciarse para que yo no contara nada. De todas formas no pensaba decir nada, si bien aquello me había sorprendido, no quería crearle problemas. Como ya te dije, ella me caía muy bien y, la verdad, el que le pusieran el cuerno era algo que tu papi se había ganado a pulso. Luego tu abuela, ella de seguro la correría de la casa aprovechándose de aquello como pretexto, y yo no estaría de acuerdo.
En fin, el chiste fue que, una noche, apenas me había vestido para dormir cuando vino tu madre a la sala. Ya estaba vestida con su ropa de dormir: una camiseta y un pants. No se veía muy sexy, claro, así que en ese momento no me despertó la libido.
—Oye, quería preguntarte si no has visto algo... unas bolitas chinas. Creo que las dejé en el baño pero no las encuentro —me dijo.
—Ah, sí claro —le dije al mismo tiempo que iba por ellas.
Era cierto, aunque yo no era quien las había encontrado, había sido mi madre cuando hacía limpieza. Ella me pidió que se las entregara, ya que creía que eran uno de tus juguetes.
Tomé las dichosas bolitas. Eran unas esferas negras unidas entre sí por un hilo y cada una más grande que la anterior.
—Mamá me pidió que te las ...
... devolviera cuando regresaras del trabajo, como ella ya no te ve. Se me había olvidado, disculpa. ¿Son de...? —le pregunté, pensando que fuesen tuyas, asumiendo también que sólo fueran un juguete de bebé.
Tu mami me vio con una sonrisa un tanto pícara.
—No. ¿A poco no sabes para qué son? —me dijo.
Yo dudé y no respondí, pues era evidente por la expresión en su rostro que no eran lo que mi mamá y yo nos habíamos imaginado.
Cuál fue mi sorpresa cuando ella, ahí mismo, se bajó su pantalón con todo y pantaletas para, posteriormente, introducirse una a una aquellas bolas unidas por el hilo en su vagina. De la más chica a la mayor entraron en su sexo y yo quedé pasmado.
Las bolas habían completamente desaparecido, quedando sólo el delgado hilo escapando de sus labios vaginales, colgando libremente entre sus piernas.
—Las uso para ejercitar la vagina y así recuperar elasticidad después del parto.
Me lo dijo en un tono muy serio y aquello me quedó como uno de los mejores recuerdos de mi vida. Sin embargo, aún faltaba algo más excitante.
—¿Quieres que te demuestre que bien aprieto? —me cuestionó con una expresión de diablilla en su cara que aún hoy recuerdo.
No pude emitir palabra alguna.
Me veía con una mirada completamente llena de lascivia y coqueta a la vez.
Aún ahora no sé si aquello lo hacía para asegurarse de que yo no dijera nada de su relación con el taxista, o si era sólo por deseo, pero sea como sea me vi beneficiado.
Fue ella quien tomó la ...