Fecha: 26/06/2017,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: amadecasamari, Fuente: CuentoRelatos
Al llegar mi marido, salimos como todas las tardes de paseo pero yo desde que Raúl se marchó, no pasó un momento que no dejara de pensar en él y de desearlo. Esa noche estaba muy caliente y procure excitar a mi marido, cosa que por fin conseguí y mientras me estaba haciendo el amor, pensaba estar entre los brazos de mi querido ahijado. Cuando acabamos y estando los dos desnudos sobre la cama, mi marido pudo ver las señales en mis pechos que por la mañana me había quedado marcado Raúl, y al verlas me preguntó:
-“Maribel, que son esas marcas en tus pechos, son como si fueran pellizcos, ¿Cómo es que las tienes?”
Yo sorprendida y sin saber por dónde me venía la pregunta y temiendo que él con esto hubiera descubierto que había estado con otro hombre le dije:
-“Estas marcas me las he hecho yo, pues como tú no me atiendes todo lo que necesito sexualmente, estaba tan caliente que me he tenido que masturbar y ya sabes lo que me excita que me toquen mis pechos y sobre todos mis pezones y me los he estado sobando y apretando y era tal mi estado de excitación que me apretaba los pecho con tanta fuerzas sin darme cuenta que al final me he dejado estas marcas”
Dudo un poco de lo que le acababa de decirle, pero al final y conociéndome bien y sabiendo que nunca había estado con otro hombre que no fuera él, parece que se tragó la mentira. Apagamos la luz y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente, me preparé para recibir a mi amante, colocándome las tangas que él me había ...
... regalado, era la única prenda interior que me puse y encima de ella un salto de cama de seda negro transparente que me había comprado el día anterior, tras el haberse marchado mi ahijado y antes de que llegara mi marido. Se me hizo eterna la espera a que llegara Raúl. Cuando sonó el timbre de la puerta fui rápidamente abrir y tras entrar él en la casa y cerrar de nuevo la puerta, me lance a su cuello y pegando mi boca a la suya le di un beso con lengua incluido lo más fuerte que pude, lo deseaba y quería que él sintiera las ganas que tenía de él.
Tras estar durante un buen rato besándole, al soltarle me apartó y yo entonces di una vuelta sobre mi misma haciendo que el salto de cama se levantara con el aire y él pudiera ver que me había puesto su regalo y que contemplara que estaba aparte del tanga completamente desnuda y dispuesta para él. Pero cuál fue mi sorpresa al pararme y muy enfadado me dijo:
-“Maribel, te he dicho que a mí me gusta que lleves tus bragas grandes habituales, me da igual que sean sencillas o transparente o con puntillas, pero me excita ver a una mujer con ese tipo de prenda y que se la pueda ver algunos pelos saliéndola por las orillas de la misma. El tanga te le regalé y te dije que solo te le pusieras en ciertas ocasiones y cuando yo te lo dijera. Por favor cámbiate y ponte una de las habituales tuyas, me excitas más que con el tanga”
Yo me quede un rato callada y un poco desilusionada y le dije:
-“Perdona Raúl, pero pensé que esas ocasiones que ...