1. Visita inesperada


    Fecha: 16/09/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Pequeñamorbosa, Fuente: CuentoRelatos

    Antes de nada, quiero decir que este relato está escrito con ayuda y cooperación de Txuso, otro usuario y escritor de aquí, muy bueno, por cierto.
    
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    Cuelgo el telefono después de hablar con el cliente. Es nuevo y tengo que explicarle las tarifas, enseñarle las instalaciones ...
    
    Me pongo un sujetador rosa clarito, culotte rosa por delante sencillo y negro de encaje por detrás.
    
    Me enfundo en mi vestido preferido para recibir a clientes nuevos. Rosa fucsia, largo hasta los pies, de tira ancha, y escote enorme y ajustado que deja asomar el filo del sujetador.
    
    Me suelto el pelo, cae en cascada de rizos pelirrojos por toda la espalda hasta el culo.
    
    Me maquillo delicadamente y suena el primer timbrazo. Aligerando todo ya por ultimo me echo perfume y el ultimo vistazo.
    
    Como dice mi compañera, una diosa pelirroja.
    
    Otro timbrazo y salgo escaleras abajo para abrir. Me aparto, abro y me quedo detrás de la puerta creando expectación, me gusta ver la cara de sorpresa y de que le gusta lo que ve cuando abro.
    
    Pero la sorpresa me la llevo yo cuando veo al entrar a la persona que menos esperaba.
    
    Mi nuevo cliente no es otro que Txuso.
    
    Me da la risa nerviosa, entre vergüenza y excitación al pensar que el masaje con final feliz es hoy para él.
    
    Lo hago subir explicándole todo lo necesario, le muestro las dos primeras habitaciones, cada una con su camilla y respectivos futones y ambientadas en plan zen. Bien perfumadas y embriagadoras ...
    ... por el incienso y las luces tenues y velas.
    
    Le subo a la última planta, a la derecha tenemos una ducha.
    
    Entramos por la puerta corredera y le enseño la que es la habitación estrella.
    
    Es blanca, con un dibujo de la diosa Athenea en un lateral, hay una estantería en forma de pirámide de madera donde hay una vela por cada estante y toallas blancas, suaves y tiernas al tacto.
    
    Una cama de tamaño normal para dos, con una colcha blanca y cojines rojos.
    
    Un espejo a modo de cabecero decorado con hojas por alrededor, una mesita a cada lado con lamparitas de luz suave.
    
    Encima de estas cae del techo una especie de guirnaldas con cuentas de metal acabando en unos soportes para velas, además cuenta con un banquito para depositar las pertenencias.
    
    ¿Lo mejor de esta habitación? Un increíble jacuzzi que ya estaba cogiendo temperatura.
    
    Abro el ventanal que da a la terraza con césped artificial, flores hawaianas, una camilla, un par de silloncitos y una figura de buda dorada que la preside.
    
    Después de comentarle todo y la lista de precios, me acerco sigilosamente sin apartar la mirada de sus ojos y llegando a su altura le pregunto cuál habitación escoge.
    
    Me dice que esta, la sala Athenea.
    
    Le digo que se desnude a la vez que lo hago yo, y la verdad que después de todo lo jugado, fantaseado y morboseado con él, me estaba costando ser profesional y empezar a arrancarme a bocados con él, sin jacuzzi, sin masaje ni nada, todo lo contrario que con los demás visitantes, ...
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