1. Elena (A.C.) - mi masoquista III


    Fecha: 30/08/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... cosas por el estilo, pero nada fuera de lo normal. Cuando nos estábamos secando, hice ademán de ponerme mis boxers y me dijo: “ah no, te quiero desnudo todo el tiempo, porque al momento que se te pare, me la quiero clavar otra vez”. Sin embargo, ella si se puso otro short un poco menos provocativo y la misma playera. Reclamé la igualdad de condiciones, pero ella me sentenció: “siéntete libre de castigarme cuando quieras”, por lo cual, la dejé estar, feliz de aquella disposición.
    
    Me dijo que la esperara en su cuarto y que encendiera la tele, que ella subía con la comida. Subió con una deliciosa y natural agua de fresa (mi favorita, por cierto) y un buenísimo pastel de carne. Comimos hasta saciarnos mientras veíamos la pobre programación sabatina. Al poco rato, Elena comenzó a acariciarme sugerentemente a lo cual correspondí con una sonrisa y un buen magreo a sus partes íntimas que jamás me negó. Cuando mi verga estaba apuntando al cielo, ella se despojó de sus prendas y sin más se la clavó. Yo la dejé hacer mientras magreaba sus tetas y de repente las mamaba con placer. Ella gemía mientras me cabalgaba y sentía mi lengua acariciar sus pezones. Me separé y mientras amasaba uno de sus pechos, comencé a estimular su clítoris mientras ella seguía montándome.
    
    Al sentir todo esto, aumentó de ritmo y le subió el volumen a los gemidos. Yo estaba feliz, conteniéndome de maltratar su bello cuerpo. Ella lo notó y me preguntó entre gemidos:
    
    —¿Por qué no… aaaaaa… me ...
    ... maltratas?
    
    —Ahorita te vas a enterar – le respondí tranquilamente
    
    —Pégame… uffffff… soy tuya… házme lo que quieras…aaaaa
    
    Pese a que moría de ganas por hacerlo, quise hacerla esperar un poco más. Cuando noté que se venía, la aparté de mí con un empujón. Ella se dejó hacer y yo me paré con la verga inhiesta y ensangrentada. Le dije que se quedara ahí y esperara. Fui velozmente al baño y me enjuagué y limpié lo más rápidamente que pude y regresé. Ella, obediente, se había quedado ahí. Le ordené sentarse al filo de su cama, con las piernas abiertas y las manos en la espalda. “¿Segura que quieres que te lastime?” le pregunté y como respuesta recibí un escupitajo en la verga. Ella me miraba, divertida y dispuesta. No me hice del rogar y comencé a azotar sus pechos con verdadero sadismo. Al principio gritaba de placer con cada golpe, pero después de un rato, gritaba de dolor, pues en ningún momento aflojé la fuerza de los golpes. En ocasiones, soltaba una tanta de 5 azotes rápidos, fuertes y con saña. De vez en vez, sobaba sus tetas y a veces estiraba y pellizcaba el pezón. Tras, no sé cuánto tiempo de ese cruel maltrato, ella se cubrió los pechos con sus brazos y me dijo que ya no aguantaba, que la estaba lastimando. Airado, la tomé por el cabello y le escupí en la cara. Noté sus lágrimas en los ojos y pude ver que estaba experimentando mucho dolor.
    
    Pero ella había querido aquello y yo estaba lejos de haber terminado. Tomé un de sus brazos con una de mis manos y lo levanté. Ella me ...
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