Fecha: 16/06/2017,
Categorías:
Grandes Series,
Autor: carihuevina, Fuente: CuentoRelatos
Era de madrugada, me quedé hasta tarde viendo la tele. Al final me venció sueño y quedé dormida en el sofá.
Cuando desperté estaba empapada en sudor, no sé si a causa de alguna pesadilla o algún sueño más placentero.
Las ganas no eran muchas, pero decidí tomar rumbo hacia la ducha antes de irme a la cama, por lo menos estaría limpia y relajada después.
Ya en el cuarto de baño me quité la poca ropa que llevaba puesta. Una simple camiseta marrón y unas braguitas.
El frío de las baldosas bajo mis pies hacia que los pezones se me erizasen.
Abrí el agua templada y me decidí a entrar en la ducha.
Dejé que me mojase toda.
Cada gota de agua resbalaba desde mi cabello rizado hasta mis pequeños pies recorriendo en su camino cada sutil curva.
A través del cristal de la ducha se intuía todo mi cuerpo.
El vaho que producía el agua caliente caldeaba la habitación.
El ambiente era cálido y húmedo a la vez.
Quizás en otro momento y en esas mismas circunstancias me dejaría llevar por la imaginación que me caracteriza, pero esa noche no, esa noche no quería saber nada de doña lujuria y sus secuaces.
Enjaboné cada uno de mis rizos y frote insistentemente todo el cuerpo, ignorando que fuera había alguien al que, cada roce de la esponja junto con toda aquella espuma, la situación lo estaba excitando como nunca.
Abrí de nuevo el grifo del agua para que llevase a su paso todo resto de espuma.
Cuando terminé, cerré el agua y salí.
La toalla había ...
... caído en el suelo. Me dispuse a agacharme para recogerla cuando noté que una firme mano sobre mi espalda me impedía levantarme.
Me sentía totalmente indefensa mientras aquel hombre del que ni el rostro podía ver seguía el recorrido de mi cuerpo con un dedo.
Ejerció más presión hasta conseguir que me arrodillase. Se colocó tras de mí, aun de pie y se puso a jugar con mis rizos.
Desde atrás extendió mis brazos e hizo que lo apoyase en el suelo, me separó de piernas.
Arrastró un taburete que había en una esquina hasta colocarlo enfrente.
No podía ver su rostro, cada vez que lo intentaba de laguna manera el procuraba impedírmelo.
Estaba asustada, muy asustada sí, pero increíblemente excitada.
Aquel hombre se sentó en el taburete. Desabrocho muy lentamente los pantalones y puso ante mis ojos aquella polla tan dura.
Rechacé la idea de acercarme y comerla, pero él me cogió por los pelos tirando de ellos y me obligó a hacerlo.
Se la muerdo, con la esperanza de que me deje en paz. Al contrario, le gusta. Me abofetea para que lo haga de nuevo.
Al final reconozco que la situación me encanta así que me dejo hacer.
Saco la lengua para lamer aquella polla cuando noto que cae en ella saliva muy caliente. La recojo gustosa y a su vez y dejo caer una mezcla de saliva suya y mía sobre toda la longitud de su polla.
Me llevo los dedos a la boca. Saboreo la mezcla de sabores de nuestras salivas y su polla.
Llevo los dedos a mi coño deseosa ya. Gimo de ...