Haciendo cosas increíbles
Fecha: 26/06/2017,
Categorías:
Bisexuales
Autor: pantia, Fuente: CuentoRelatos
Por su trabajo no dejaba de viajar, cada día en un lugar diferente, y esta vez, aunque estaba en otra ciudad dentro de España, tenía la sensación de estar en un lugar muy lejano, y tenía dos noches por delante aún. La noche anterior había sido una especie de despedida, como cuando se iba a un país lejano. Su mujer le había recibido en la cama con un camisón semitransparente y medias negras. Se había puesto a mil como cuando eran jóvenes, y desde el primer momento en que había sentido su pene entrar en ella, no había podido dejar de follársela, hasta que ella le había pedido al oído que por favor se corriese, que no podía más. Una vez más, la tentación de visitar su culito había sido reprimida con gran dificultad, y se había acabado corriendo dentro de ella, en el agujerito habitual. Recordaba entre gemidos cómo ella se aferraba a las sábanas, retorciendo sus piernas, que al rozar cubiertas de lycra con él, hacían que su polla se pusiese más y más dura, hasta que tuvo que explotar y derramar todo su semen dentro de ella. Al recordarlo sentado en el taxi que le llevaba al hotel, se le había puesto tan dura otra vez que auguraba una buena paja esta noche antes de dormirse. Su mujer aún le ponía a mil, eso era una de las cosas que le gustaban de ella, que todavía sentía las ganas de masturbarse pensando en ella cuando no estaban juntos...
Al llegar al hotel, deseoso de entrar por fin a la habitación, empujó la maleta hasta la puerta, y abrió la puerta con la tarjeta ...
... electrónica mientras oía ruido en la habitación de al lado. En el momento en que iba a entrar, salió de la habitación contigua una pareja. Tendrían unos 45 años, y tenían todo el aspecto de haberse escapado un par de días de sus hijos para follar en un hotel. Ella estaba bastante buena, llevaba unas medias de brillo moradas, y un vestido corto de lana. Sobre él un abrigo y unos tacones de aguja. Su pelo era rubio pero con mechas, y llevaba los labios pintados. Su marido le sonrió, y se despidió amablemente, a pesar de que él se detuvo a propósito antes de entrar para mirar descaradamente a la mujer, incluso hasta que desapareció en el pasillo. Después entró a la habitación y se dio un buen baño. Posteriormente decidió bajar a la cafetería a cenar algo y estuvo por allí leyendo el periódico, hasta que unas voces llamaron su atención, ya bastante tarde.
Eran sus vecinos, que volvían de cenar, y de tomarse alguna copa probablemente, por la forma en que a ella le resultaba complicado mantenerse de pie. Esperó a que subiesen a su cuarto, y se fue detrás de ellos. Al entrar en la habitación, se dio cuenta de lo fácil que era seguir su conversación, gracias a la delgadez de los tabiques. Al parecer, después de cenar habían ido a un local de intercambio, pero no habían encontrado a nadie que les gustase para invitarle a su habitación. Aquella situación encendió su nivel de morbo, y empezó a imaginar situaciones en las que era él quien se follaba a esa preciosidad, con el beneplácito de su ...