Con la vieja de mi camarada
Fecha: 07/10/2017,
Categorías:
Anal
Tabú
Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster
Porque hay cosas que no se deben presumir ni a los amigos...Paty Alameda era la vieja más chida de la colonia, me cae de madre que sí. Pinches teleras que se carga, bien bonitas, paraditas y suavecitas, como para embarrarles el guacamole por en medio de ellas. Y esas tetas, ¡no chingues!, de agasajo, y completamente naturales, dadas por Dios y no por la mano del cirujano.Lástima que por mucho tiempo estuvo prohibida para mí, pues era la funda del buenEmilio, mi mejor amigo desde la primaria.El cabrón na’mas se la pasaba coge que coge con su flaca y a mí me llenaba de envidia; y cómo no, si me lo contaba con lujo de detalle:“Ayer nada más llegué y que le digo, ni te los subas. Y es que se estaba poniendo los calzones. Ay es que me acabo de bañar, y ya se me hizo tarde pa’l trabajo; que me dice. Nada, que le digo, avisas que estás enferma o a ver que chingados pero no te me vas sin tu cogida mañanera. Y que me la chingo.”Puta, y eso era cuento de todos los días. Diario, diario, el pinche Emilio me contaba cómo se cogía a su vieja y... claro, cómo chingados no, me encendió las ganas. Ya me moría por chingármela yo también.“No, es que le hiede bien rico allá abajo...”, y yo nomás imaginando cómo le olería la panocha.“¡Puta!, es que si vieras cómo chupa”, y yo no quería ver sino sentir.“...le encanta que se la resbale por entre las tetas, las tiene bien suavecitas”, y, ay carajo, mi verga se ponía a punto.Mientras me describía cómo muelleaban, ella patas pa’ arriba y él encima, ...
... con las piernas de ella sobre los hombros de aquél, y ella no dejando de gemir; yo nomás me imaginaba ser quien estuviera bien trabado con la Patricia. Y luego¡Plaff! ¡Plaff! ¡Plaff...!, metérsela hasta el fondo. Y luego voltearla para ponerla en cuclillas y darle de ranita. Los dos haciendo sentadillas, ella sobre la cama, y yo sobre ella. Luego tirarla para delante y así hacer que parara bien su colita. Así, bien paradita de rabo, como perrito atropellado por la cabeza, con su cara bien hundida en el colchón, y hacerla que lo mordiera de puro gusto, me cae de madre que sí.Tanto Emilio y yo chambeábamos en el volante por aquellos días. Éramos choferes de la ruta 32, de allá de Iztacalco. Y era por eso que todos los días nos veíamos y me contaba de sus agasajos con la Paty.No faltaba que me invitara a su casa, para tomar unas chelas y ver el partido, y yo, nada pendejo, nunca faltaba.Con gusto llevaba unos six y la botana, con tal de ser bien recibido en la casa de mi camarada. Ahí veía a la incitadora de mis chaquetas.Mientras hacía como que escuchaba las pendejadas que me contaba Emilio, yo no dejaba de apreciarle las nalgas a su mujer. Qué pinche buena se veía en su vestidito corto y entallado, agachándose por cualquier cosa en la cocina. Incluso hasta en pants se veía buena. Porque eso sí, hacía ejercicio; no por nada se mantenía bien sabrosa. No era de esas que andan en pants nomás por fodongas, y que hasta tres lonjas tienen. No, la Paty se iba al parque a correr y, hasta ...