Fecha: 03/10/2017,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Zaratustra, Fuente: CuentoRelatos
Jennifer Capriati vivió en una de las habitaciones que mamá rento para estudiantes americanos universitarios americanos que llegan a estudiar a mi país. Sus estancias varían entre 2 a 6 meses, y fue así como un día llegó la Jennifer a mi casa.
Era una chica mona, delgada, un poco hiposa y con una libido de chica de diecinueve años, o sea más caliente que una perra en celo. Y obvio, no tardó mucho para llamar mi atención, y después me enteré que la de mi novia también. Como yo andaba con mi novia nunca le hice mucho caso a la Jennifer, obvio que sí me la jale varias veces pensando en ella, que aunque no tenía un cuerpazo su cara era una mezcla de ternura y vicio. Las cosas se empezaron a desarrollar cuando mi novia y yo nos quedábamos solos en casa por los viajes de mi mamá y cuando mi novia, entonces muy recatada, empezó a dejar la puerta abierta cada que teníamos sexo en las noches, como provocando que Jennifer nos oyera desde su habitación o simplemente nos viera cómo le metía el falo por todos los agujeros posibles a mi santa novia.
Un día empecé a percatarme de que la Jennifer se quedaba viendo demasiado fijamente a mi novia y cómo la saludaba diciéndole que se veía muy guapa ese día y cosas por el estilo. Pero el nulo inglés de mi novia y el muy escaso español de la gringa no facilitaba las cosas. Hasta que un día... me mega emborrache tanto que sólo me di cuenta de dos cosas, que entre ambas me subieron a mi cama a dormir, y que mi novia no durmió en mi cama. A la ...
... mañana siguiente me levanté y no dije nada, sólo me percaté de que, no obstante su imposibilidad de comunicarse, se veían muy contentas y se cruzaban miradas de complicidad. Y yo? "Como el chinito, nomás milando". Mi noviazgo con mi novia continuó pero era obvio que algo había entre ellas. De repente la ausencia de ambas empezaba a coincidir de manera cada vez más sospechosa hasta llegar al extremo de que dejaba de ver a mi novia por todo un fin semana, lo cual hacia poco era inaudito, en días en que la Jennifer decidía irse de fin de semana a conocer los alrededores de la ciudad de México. Sin embargo, todo se aclaró poco después durante otra larga ausencia de mi madre. Cierta noche después de haber estado fumando con ella decidí esmerarme en hacer gozar la sagrada concha de mi amada dándole unos súper lengüetazos marca acme y metiéndole la lengua simulando un pequeño falo entrando y saliendo de su cavidad tomándome y absorbiendo todos los jugos de frutas tropicales que salían a borbotones de su malévolo santo grial. Cómo la hice gozar a la pobre, su cuerpecito se estiraba y arqueaba de placer como una chiquilla poseída por un demonio, su cuerpo entero temblaba mientras me insultaba y llenaba de agravios de pura locura de placer:
- Eres un hijo de la gran puta cabron. Me estoy corriendo como perra. Por eso soy tu zorra puto, porque me coges como padrote.
Y puras de esas cosas que las chicas aúllan mientras se las hace gozar como es debido.
En fin que cuando por fin ...