Choque Térmico (Frío)
Fecha: 25/06/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... tensión flotaba en el ambiente.
—No sé si sea la marca que usted acostumbra usar, pero espero que le sean de utilidad —le dije con una amplia sonrisa en el rostro.
Todos permanecían serios, o fingían estarlo, mejor dicho, porque se dejaba escuchar alguno que otro resoplar de quienes luchaban por contener la risa. La expresión del Señor Pozos era de total indignación y su mirada me fulminaba. Tomó el paquete de pañales para adulto y con furia lo arrojo al cesto de la basura. Con su mirada furiosa recorrió a todos los asistentes y los que luchaban por aguantarse la risa ahora sí que se pusieron serios de verdad. Yo era la única que sonreía, él me señaló con su dedo índice como si me apuntara con un arma, seguramente para lanzarme alguna maldición o alguna clase de amenaza:
—Me la devolviste, chiquilla; eso debo reconocerlo... —dicho esto, soltó la carcajada y el ambiente rompió la tensión de golpe cuando todos lo acompañaron. Incluso yo me relajé porque el mantener mi sonrisa fingida ya me había puesto demasiado tensa.
Mientras los demás departían alegremente, yo sentí que había superado alguna clase de prueba. Me serví un buen vaso de ponche y busqué un rincón donde poder disfrutarlo a solas, fuera de la sala de juntas. Desde ahí se tenía una perfecta visión del lugar de la reunión ya que las persianas estaban levantadas. Unos momentos más tarde, el Señor Pozos fue a hacerme compañía.
—No cabe duda que nos seguimos comportando como niños...
—Humm... ...
... —Asentí con la cabeza ante la imposibilidad de pronunciar palabra, pues en ese justo momento tenía el vaso en la boca. Además, quería parecer más seria de lo que era en realidad, por lo que lo mantenía pegado a mis labios más tiempo del requerido.
—De tí es comprensible, eres una muchachita... Pero de mí, que según me dijo alguien, ya llevo tiempo robándome el oxígeno de los demás...
No pude aguantar la risa y acabé no sólo resoplando sobre el ponche sino aspirando algo de él por donde no debía.
—¡Por dios, muchacha... los demás van a pensar que me estoy tratando de vengar!
Su nuevo chascarrillo, lejos de recomponerme agravó la situación. Y él tuvo que auxiliarme dándome golpes en la espalda mientras yo seguía tosiendo y tratando de recobrar la respiración.
—Componte ya, mujer; si te pones peor ni te ilusiones con que te vaya a dar respiración de boca a boca, ¿eh?; primero te dejo morir.
Quería gritarle que no fuera cruel, que dejara de decir cosas graciosas, que eso me ponía todavía peor. Pero me era imposible hacerlo, así que le tapé la boca con las manos. Lo mantuve así, con mi mano izquierda lo tenía sujeto de la nuca, mientras con la derecha le tapaba la boca. Yo, recargada contra él seguía tosiendo, resoplando, escupiendo, no sé si hasta vomitando, pero hacía todo lo posible por despejar mis vías respiratorias. Poco a poco lo fui logrando y me fui recomponiendo. Me sentí agotadísima por el esfuerzo y las piernas me flaquearon, pero él me sostuvo entre sus ...