Choque Térmico (Frío)
Fecha: 25/06/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... descubriendo al momento del intercambio quién era el afortunado que te daría tu regalo. El intercambio dio inicio, la dinámica era que alguien entregaría el primer regalo, luego el que recibió entregaba el suyo conformando una cadenita. Todo era muy ameno, pero mi nerviosismo se incrementaba a medida que cada vez quedábamos menos y se acercaba mi turno. Parte del encanto era abrir el regalo en cuanto se recibía, después de haberlo abierto era cuando el que había recibido entregaba el suyo. De modo que llegó el momento en que la cadena se cerró, ya que la persona que había iniciado el intercambio acababa de recibir el suyo. Ahora se dependía de otro voluntario que reiniciara la dinámica y ese fue el Señor Pozos. Ello me puso tan incómoda y tan nerviosa que ni siquiera escuché a quién le tocaba darle regalo. Tomé conciencia de ello hasta que lo vi a mi lado ofreciéndome mi regalo.
—Feliz navidad, “amiga”... —acompañó sus “deseos” con un abrazo que todos sabían que era más falso que un billete de tres pesos.
—¡Que lo abra, que lo abra! —Todos gritaban a coro, animándome a abrir mi regalo. Había un dejo de morbo flotando en el aire, sabedores del “conflicto” que el Señor Pozos y yo traíamos entre manos.
Muy nerviosa procedí a abrir la caja, incluso hasta temerosa de que fuera un artefacto explosivo. Finalmente terminé de abrirlo y francamente hubiera deseado que se hubiera tratado de una bomba.
—Espero que sean de tu agrado, sé que ese color te gusta... —dijo con ...
... sorna el Señor Pozos.
—¡Que nos lo enseñe, que nos lo enseñe! —decían a coro los compañeros.
Traté de parecer divertida, aunque sé que mi expresión lo dificultaba bastante, mostré a mis compañeros los artículos que contenía mi regalo: unos lindos baberos, un par de biberones y hasta un chupón, este último era de un tamaño bastante exagerado.
—Ese combina muy bien con el vestido que llevas —expresó algún espontáneo, haciendo que todos soltaran la carcajada.
Luego del bochornoso momento en que había abierto “mi regalo”, me animaron a que yo entregara el mío. En realidad yo había previsto lo sucedido como una muy remota posibilidad, así que me había prevenido con dos regalos, uno serio y el otro no tanto.
—Disculpen, compañeros; pero olvidé el regalo en mi escritorio, si me disculpan voy por él y regreso... Si gustan, en lo que vuelvo puede continuar alguien más.
A toda prisa fui hasta mi escritorio y regresé con mi segunda opción de regalo. Mis compañeros habían reanudado el intercambio, así que tuve que esperar turno. La cadena no se volvió a cerrar, así que al último solamente faltaba una persona de recibir regalo: el Señor Pozos.
—Bueno, como ya se habrán dado cuenta, me tocó regalarle al Señor Pozos... —Me encaminé a él, le di su respectivo abrazo y por supuesto, le entregué su regalo.
En el caso del Señor Pozos no hubo gritos animándolo a abrir su regalo. Él mismo procedió por iniciativa propia y con mucha cautela. Cuando terminó de abrir el regalo, la ...