Choque Térmico (Frío)
Fecha: 25/06/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... quedé muda y nuevamente volvió a mi mente la imagen que me había atosigado en las últimas horas. Él continuaba con su mirada inquisitiva. Yo no podía verlo a los ojos, agachaba la vista y luego, poco a poco, me fue ganando la risa. Entonces fue que él entendió la referencia.
—¡Ah, ya!...
—Lo siento, no fue mi intención mirarlo... Pero yo no escribí esto, se lo juro.
Me era imposible contener la risa. Miraba al suelo y de reojo pude notar que se ponía de mil colores.
—Entonces debes tener poderes psíquicos o algo así, porque la encontré en mi escritorio cuando salí del baño y ya no te vi por ningún lado —El pobrecillo no hallaba dónde meterse, la borrachera parecía habérsele bajado de golpe—. ¡Disculpa!, estoy tan habituado a que solamente yo uso ese baño que tengo la mala costumbre de no poner seguro, incluso muchas veces lo uso con la puerta abierta. ¡Maldita sea! Hubiera preferido mil veces que me sorprendieras cagando y echándome unos pedotes, en lugar de... ¡Dios, lo que has de estar pensando de mí!
Verlo tan afectado por aquello, fue cambiando poco a poco mi actitud. Aunque seguía pareciéndome algo muy cómico, sentía una extraña mezcla de compasión y ternura por aquel viejito y el trance por el que estaba pasando. Lo invité a pasar y aunque en un principio se puso reacio, finalmente lo hizo.
—No se ponga así, Señor... No es para tanto... —yo acariciaba su brazo esperando reconfortarlo— Y no se preocupe, no se lo voy a contar a nadie...
—¿Y por ...
... qué no? ¡Es un muy buen chisme!... Ay, niña; discúlpame... no sé cómo pudo pasar...
—Ande, ya; no se preocupe, son cosas que pasan, no es para tanto...
—¿Cómo qué no es para tanto? Seguramente hasta vas a necesitar acudir al psiquiatra, y tiene que ser psiquiatra, porque solamente con medicamentos vas a tratar de superar el hecho de haber visto a un anciano decrépito jugando con sus miserias...
—¡Ja, ja, ja!... ¡Ay, Señor Pozos!... “Jugando con sus miserias”, ¡ja, ja, ja!...
—Se le puede decir más feo... Pero no se me ocurre una forma más decente de decirlo... Además es la verdad, cuando a uno le tocan miserias, hay que llamarlas así, ¿o no crees que son miserias lo que tuviste la desgracia de ver?
—¡Ay, no; tampoco lo miré tanto así como para ponerme a hacer una evaluación dimensional o como se diga!
—Y encima, son miserias viejas y arrugadas...
—¿Y cómo le hizo para venir hasta acá? —Opté por cambiar el tema, pues el asunto de las “miserias” me incomodaba demasiado.
—Vine en taxi, creo...
—Pues si gusta le pido uno para que lo lleve a su casa, ya es muy tarde y deben estar preocupados.
No me dijo ni sí, ni no. Pero de todos modos hice la llamada y le pedí el taxi. Mientras lo hacía calenté agua y preparé té, él mientras tanto, permanecía sentado en la sala completamente en silencio. Lo notaba inquieto, pues de vez en cuando me buscaba con la mirada y se revolvía en el sillón. Instantes después volví con él llevando conmigo las tazas y el ...